www.manfut.org en Nicaragua por Güetz Von Houwald (1) Orlando W. Roberts p. 221. H. Dane, p. 124, comete el error, de equivocar el año de publicación del libro de Roberts 1827, con el año en que viajó por Nicaragua; esto fue en 1817.Hanau que fue traído por su tío Andrés Louis Beschor, también de Hanau, para trabajar con él en su negocio. Beschor, que murió en Mayo de 1851 se radicó primeramente en Granada como comerciante, pero a tiempo comprendió la importancia de Greytown, adonde sus negocios lo llevaban a menudo, de manera que en 1848 se cambió por Greytown. Junto con el francés Phillippe de Barruel había arrendado las rentas de la aduana, que fueron cobradas desde el 1 de abril 1850 en San Juan del Norte para el reino de la Mosquitia. (2) Fue nombrado en 1850 vicecónsul hanseáatico para la costa de la Mosquitia y en 1851 Cónsul, pero murió antes de recibir en sus manos este nombramiento. Su sobrino le siguió en la dirección de la firma Beschor & Wiedemann, y fue propuesto por la viuda de Beschor y el Cónsul Inglés como sucesor, y en consecuencia fue nombrado Cónsul el 14-5-1852. El Encargado de Negocios prusiano Hesse estimó a Wiedemann «como muy importante y activo Cónsul Hanseático» (3). Según Wilhelm Marr, Wiedemann se casó con la viuda de Beschor. En 1853 desistió de su negocio en Greytown y se fue a California. El Consulado se lo dejó a Georg Philipp Beschor, aparentemente hijo de André Louis, pero pronto fue suspendido por las ciudades hanseáticas. En 1854 aparece en Greytown todavía un J. G. Wiedemann (4), que muy posiblemente era un hijo de Henry. La firma Beschor & Wiedemann, que existía hasta 1854 debe haber sido muy importante y poseía sus propios medios de transporte en el Lago de Nicaragua. (5) Según escribe (2) Alejandro Montiel Argüello: Chatfield y Nicaragua, p. 38; Manuel Castrillo Gómez: Reseña p. 455 menciona a Beschor, equivocadamente, como empleado de Barruel. (3) H. Dane, p. 118. En 1854 cuando el buque de guerra americano «Cyane» sin ningún motivo bombardeó el puerto de San Juan del Norte (Greytown) y destruyó muchas casas comerciales, había entre los quizás 500 habitantes «10 o 12 angloamericanos, 25 ingleses y 12 franceses y alemanes», el resto eran negros de Jamaica y nativos. En otros lugares se habla de nueve o tres familias alemanas en Greytown. (9) En todo caso el comercio de alemanes en aquel pequeño puerto era tan importante, que el comerciante francés Philippe Auguste de Barruel Bauvert, que había viajado a Francia para estimular al público europeo a ejercer presión a los Estados Unidos para que ellos pagasen los daños ocasionados por el bombardeo ilegal del «Cyane», dirigió una carta abierta al comercio francés, británico, cerdeño, español, y también alemán. Una declaración del 24-6-1856 que firmaron los más importantes comerciantes y habitantes de Greytown con el mismo objeto, contiene entre los nombres alemanes, los de Julius Wolff, quien en 1855 era corregidor y más tarde (1878) encargado del Consulado de Alemania en Greytown y a quien le pertenecía la «muy bonita plantación» en el Río San Juanillo, que fue descrita por el capitán Pim; también firmaron Aug. K. Knipping, y J. G. Wiedemann. Una familia Rohrlen (M. L. Róhrlen y V. Róhrlen) de Alsacia se contaba entonces entre la colonia francesa. (10) Cuando los primeros misioneros moravos Pfeiffer y Reinke llegaron a San Juan del Norte (Greytown) era un lugar constituido únicamente «por tres largas calles, casas de mal aspecto con cerca de 300 habitantes». Pero el puerto empezó a ganar importancia cuando se celebró un contrato con Nicaragua de parte de la New York Steam Navigation Comp. en 1849, sobre el hacer navegable el Río San Juan. En 1847 Peiffer y Reinke no encontraron aparentemente ningún alemán, ya que entre la gente de raza blanca de Greytown mencionan solamente franceses, ingleses y españoles. Pero según sus informes, había vivido algunos años antes en las costas de la Mosquitia, un comerciante alemán llamado Geigger, que luego se trasladó a Kingston. (1 1). (10) Andrés Vega Bolaños, ob. cit. pp. 89, 106, 107, Doc. 21; p. 116 Doc. 26. En el registro de bautismos de la iglesia Morava existe un bautismo en 1849 de un niño Róhrlen, sin nombre, con la nota que nació en Sudamérica de padres desconocidos. Los padrinos fueron: James Green así como Luisa Róhrlen y Mrs. Hollenbeck. Probablemente se trata de un niño adoptado por la señora (viuda?) Róhrlen, que fue salvado de algún naufragio. Bedford Pim: The Gates of the Pacific. p. 255. Cuando el tránsito de océano a oceano en 1850 se efectuaba principalmente por medio del Río San Juan varios alemanes, se quedaron allá. C. F. Reichardt anota en 1851 que entre «la gran cantidad de los inmigrantes o casuales aventureros, especuladores y trabajadores de las distintas naciones» los Alemanes, eran los que se lograron adaptar bien a las condiciones, cómo eran para fundar una futura existencia Como ejemplo Reichardt señala a un alemán en Greytown, quien había llegado a Nicaragua en 1848 «no completamente sin medios y con planes razonables» pero que fue engañado por compañeros de viaje, y compatriotas y que, dirigido por el aquel entonces Cónsul inglés, había establecido en un Bluefields un aserrío en el cual perdió todo». El se volvió en una triste figura, «quien en abrigo gris y en sombrero de palma sucio constantemente atacado por la fiebre vagabundeaba por las calles». «La mayoría de los alemanes fracasados» informa Reichardt, «se dedicaron a meseros o cantineros y estaban perdidos para cualquier otro trabajo». Conoció en San Juan del Norte a 4 de estos cantineros alemanes (tres oficiales nobles de Alemania del Sur y un hacendado de Alemania del Norte), que se habían dedicado a la bebida y de los cuales dos murieron pronto. (12) Ya en 1849 se radicó en Greytown J. E. Hollenbeck de Los Angeles. El era aparentemente Alemán naturalizado americano, pues repetidas veces Mr. y Mrs. Hollenbeck aparecen en los registros de la Iglesia Morava como padrinos de familias alemanas en Greytown. Hollenbeck se juntó en Abril 1867 con Carlos Gilman para formar la firma Hollenbeck & Gilman; más tarde tenía un papel importante -con las compañías de tránsito. (14) Al mismo tiempo se radicó en Greytown Luis Fromann de Coburgo. En los registros de la Iglesia Morava aparecen como hijos de Luis y Henriette Fromman en Greytown, George (nac. 14-4-1864), su hermano gemelo, Luis (muerto 21-10-1890), John Edwin Charles (nac. 9-7-1866), Heinrich Hugo (nac. 3-12-1867), Margarethe Henriette Emilie (nac. 2-9-70) y Ernst Wilhelm (nac. 18-7-1873). En 1874 estaba a cargo del consulado británico y firmó «Lewis Froman» (15); en 1875 fue vicecónsul del Imperio Alemán en San Juan del Norte (Greytown). N. N. Richter era socio de la casa Richter & Fromann (16), y aparece junto con su esposa Henriette, en 1870 como padrino de la hija de Fromann (17). Fromann pudo informar en 1869 que «el comercio del puerto Greytown no sin importancia… en su mayoría se encuentra en manos de alemanes». (18) (13) H. Dane, p. 121; Wilh. Marr p. 190; Bedford Pim, p. 288 f., menciona a un Sr. Wassman, pero en Masaya. (14) «El Porvenir» Nr. 8/1867 del 15-5; registro de la iglesia Morava de Bluefields, 1849 como padrinos de un niño Róhrlen, 1858 de un niño Diezmann y 1868 de un niño Froman. Hollenbeck había obtenido en 1870 una concesión por 25 años para mantener una línea de vapores en el Río San Juan y en el Lago Nicaragua. (Rev. Cons. Nr. 127/Abril 1971 p. 23: luz en un Proyecto de Nicaragua, F. A. Pellas) Uno de los barcos llevaba su nombre. En 1874 se nombró agente general de la compañía de vapores de Nicaragua. En 1875 se retiró dejando sus derechos a F. A. Pellas. (15) «El Porvenir de Nicaragua» Nr. 11 del 15-3-1874. (16) H. Dane p. 126. Por el cambio del siglo debe haber llegado a San Juan del Norte el carpintero Hildebrandt de Hannover. Antes había vivido en el Perú. El y su esposa murieron poco después, dejando una hija de 12 años. Joh. Wilda encontró a Emma Hildebrandt en 1905 en un rancho por el Río San Juan frente al Río Sarapiquí, como ama de llaves de un señor Prestinari. En las cercanías, también en la margen nicaragüense del Río San Juan había otra casa solitaria de un Capitán alemán, que ya había regresado a Alemania en una oportunidad pero que volvió otra vez. Los libros de la Iglesia Morava depositados en Bluefields nos informan sobre otros alemanes en Greytown en aquellos años: Allí aparecen desde 1858 los nombres William y Amalie Fichtner y A. y Helene F chtner. Como padrinos del niño Rudolf Franz Anton Fichtner, nacido en 1863 se nombra a Anton Hackler y Franz Wirth. Además se encuentran el médico e investigador de idiomas Dr. Friedrich Julius Diezmann con su esposa Helene, y August y Diana Limberg, y, en los años 80 aparece John Stühmer con su esposa Elisabeth; se trata probablemente del mismo que como Johan Henrick Stühmer se casó en Bluefields en 1881 y a quien le nació un hijo llamado John Edwin en 1883. También Thomas y Diana Fiedler eran sin duda de origen alemán. En 1893 y todavía en 1906 actuó como cónsul alemán en Greytown el comerciante C. F. Bergmcnn. Al mismo tiempo aparece allá un señor J. J. Bergmann como comerciante importador y exportador detallista. Por este tiempo San Juan del Norte perdió cada vez más en importancia y tuvo que ceder su rango como primer puerto Atlántico de Nicaragua a Bluefields. Después de la reincorporación de la Reserva de la Mosquitia a Nicaragua, la sede del Cónsulado alemán también se cambió a Bluefields. El artículo «San Juan», de 1854/55 que apareció en Harper’s New Monthly Magazine (Vol. X p. 50-61), y del que no se menciona el nombre del aútor, nos habla todavía de «Nuestro amigo Hipp que desafortunadamente es un soltero». Se espera que Hipp haya encontrado su fortuna con este matrimonio. Sin embargo, Hipp quería regresar a USA tan pronto como fuese posible. Parecía no estar muy contento en este lugar a pesar de la situación estratégica de su establecimiento, y aunque hacía muy buenos negocios con los viajeros. Seguramente el motivo era la situación legal de entonces, puesto que tanto la Reservación de la Mosquitia como Nicaragua y Costa Rica se disputaban aquel territorio e incluso Hipp tuvo que expulsar a un matrimonio francés, que se quería apoderar de sus plantaciones, alegando poseer título de propiedad de Costa Rica. (20) Su Rancho dibujado en varias publicaciones de esta época ganó una cierta fama, porque les servía a muchos miles de pasajeros en tránsito corno lugar de descanso. El viajero inglés Frederick Boyle (21) encontró en aquellos años por el Río San Juan «únicamente malos ranchos», con excepción de una sola residencia que a su juicio merecía el nombre de «plantación» y era propiedad de un señor «Wolfe», un exoficial de la marina prusiana, quien vivía en Nicaragua desde hacía 20 años, afirmando, que el suelo era tan bueno, como se podía desear y el clima saludable. El Sr. Wolfe sembró con éxito café y cacao. (19) Manuscrito en poder del nieto de Franz Rohrmoser, señor Rudolf Schaer en Managua, a quien se le agradece aquí su amable cooperación; el manuscrito es del año 1917. Félix Belly menciona un lugar en el Sarapiquí cerca del Río San Juan, llamado Muelle, el cual -escribió- no ha sido indicado en su mapa, ni siquiera por Scherzer y Wagner, aunque allí en 1858, un alemán-suizo poseía un rancho y aunque se proyectaba establecer allí una colonia alemana, quedó abandonado desde hace muchos años, a pesar de que fuese una vez elegido como el núcleo de una población alemana. (22) En Castillo Viejo, la próxima estación río arriba, deben haber vivido por el año 1852 varios alemanes. Marr se inscribió en los registros de una ‘boarding house», administrada -según él cree acordarse- por un Hamburgués, llamado Wiener. En la misma casa pasó una noche de 1851 el pintor Wilhelm Heine pagando la suma de 1 1/2 Dollar. El señor Wiener fue empleado como administrador en Castillo Viejo por el capitán Banker, quien estaba encargado de la supervisión de todos los vapores del río que poseía lo compañía americana del tránsito, y -como C. F. Reichardt nos informa en 1852,- se estaba «construyendo un hotel en Castillo con algunos carpinteros y trabajadores alemanes». Estos trabajadores alemanes deben haber sido los que acudieron en ayuda de Wilhelm Marr, cuando tuvo una disputa con el comandante del lugar. (23) El caso de Orlando W. Roberts, algunos años atrás, demuestra que con estas cosas no se podía jugar, puesto que el entonces omnipotente comandante español por poco lo hace ejecutar. Reichardt describe en 1851 el Castillo como «una rara población de norteamericanos y alemanes». En el río encontró algunos alemanes, que se dedicaban a la caza de lagartos, para conseguir «una especie de almizcle», que estos animales tienen en sus cabezas. Félix Belly en su viaje en 1856 encontró en Castillo a Wilhelm Hanger originario de Mühlhausen en Alsacia, quien era una víctima de William Walker. Hanger había llegado de California con 6.000 piastras en el momento en que Walker se había adueñado del país.. En La Virgen fue saqueado completamente. Entonces estaba obligado a ganarse el pan como comandante de 20 hombres en el Castillo. (24). (22) Félix Belly, 1889, p. 49, 50, p. 56 nota 1. (23) Wilhelm Marr, p. 210. En San Carlos, Marr conoció a «otro alemán», «que parecía haber dividido su existencia entre delirios de fiebre y brandy . Más tarde se establecieron en San Carlos algunos alemanes, así como la familia Kautz, padre e hijo, que fundaron la hacienda San Francisco del Río. (25) En 1852 se fincó al «lado de Chontales» un señor Janssen y Marr se preguntó a sí mismo con cierta razón, cuánto tiempo aguantaría en este lugar. Janssen (Jansen) parece ser el mismo que en 1852 junto con el «constructor» Reichardt (26) planeaba una «colonia alemana de agricultores» en la alta y saludable provincia de Segovia con la ayuda de la colonización de Hamburgo. Reichardt sin embargo viajó a Alemania de regreso y consideraba cada empresa de colonización en Nicaragua un fracaso, mientras Janssen aparentemente se quedó. Mientras Hesse nos informa que en aquel entonces en Granada «solamente habían algunos alemanes comerciantes, unos pocos marineros alemanes que con lanchas viajaban sobre el lago de Nicaragua, y un alemán, que vivía del transporte y del cultivo». (27) Wilhelm Marr, cuando llegó a Granada vivió en una «casa alemana», el «Hotel Washington», que dirigía un berlinés ebanista Weber, «quien hacía bastantes buenos negocios» y «tanto probo como listo individuo berlinés, cuya estatura gallarda, solamente un poco decaído por causa de enfermedad». Su esposa, aunque enferma del hígado «le gustaba hacer, aunque sin éxito, el papel de la gran dama de la capital prusiana con su abundante corpulencia y su insuficiencia gramatical». Weber era -como dice el malicioso Marr- uno de los últimos sobrevivientes de un grupo de emigrantes de Prusia, de los cuales la mitad se había ido a Costa Rica por el Río Sarapiquí «debido a controversias ocurridas entre los alemanes», mientras que la otra mitad continuó su viaje hacia el «Paraíso de Maroma», como se llamaba Nicaragua. El matrimonio Weber tenía entonces «dos pálidas e infladas hijas», de nueve y once años. En el mismo hotel alemán vivían con Marr otros dos jóvenes alemanes, «uno enflaquecido hasta los huesos, blanco como tiza» y el otro no mucho mejor. Ambos habían venido de San Juan del Sur y Virgin Bay, (La Virgen) a Granada para curarse; uno de ellos era el cuñado del Dr. Ernst Carl Bernhard, médico, originario de Schlesien, quien tenía su consultorio en Granada y cuya esposa había fallecido allí poco antes de su padre y su madre. El Dr. Bernhard fue el líder de un grupo de emigrantes que llegaron a Greytown en 1852. (28) En verdad cambió de lugar después que le había enamorado a la esposa de su compatriota Ferdinand Streber. (30) El quisquilloso Marr sabe del Dr. Bernhard que él «en su patria estaba metido en una clase de diletantismo conspiratorio y creyéndose por eso un exiliado político, se embarcó a Centro América». Marr lo describe como un hombre jovial y despierto en la primera mitad de los años 30, a quien le fue posible «arrebatar a los curas el monopolio del arte de curar». El Dr. Bernhard recibió en San Miguel el exequatur de Vicecónsul Prusiano. En 1865 tuvo que abandonar el país por un tiempo, porque había ofrecido asilo a un oficial durante las intranquilidades políticas; por eso naturalmente perdió su cargo, pero ya en 1858 fue nuevamente nombrado Cónsul, en 1870 Cónsul General de la Confederación Germánica del Norte, y en 1871 Cónsul General del Imperio Alemán para El Salvador, Honduras y Nicaragua. (31) Al igual que Wilhelm Witting muchos alemanes que anteriormente se habían radicado en Nicaragua se trasladaron más tarde a Costa Rica. Marr dice de Witting en 1852: «¡Dios bendiga! por fin un carácter sano, enérgico e íntegro». Marr lo encontró en Granada y afirma que «poseía suficiente energía para efectuar en Nicaragua estudios minerales y viajes de descubrimiento». Una buena parte de los alemanes, que después se trasladaron a Costa Rica había llegado en 1853 a Nicaragua con el barco de emigrantes «Antoinette». Heine encontró a Witting junto con otro joven ingeniero de minas, llamado Schmidt, quien había sido estudiante de minería en Freiberg en una compañía minera nicaragüense. Witting fue luego en Costa’ Rica director de monedas y en su tiempo todas las monedas mostraban sus iniciales G. W. (Guillermo Witting). Su predecesor en el mismo cargo había sido otro alemán, Joh. Barth. (32) También el farmacéutico Dr. Johannes Braun, quien trabajó en San José en la farmacia del Dr. Ellendorf y que fué padre del poeta Juan Diego Braun Bonilla (1859-85) a quien Rubén Darío dedicó un soneto después de su muerte, (33), se fué en estos años de Nicaragua hacia Costa Rica. Este debe ser el mismo farmacéutico alemán a quien Wilhelm Marr describe sin mencionar su nombre; él había llegado de California y sus acompañantes lo llamaban jocosamente general, lo que hizo,. que las autoridades del país le rindieran honores militares, hasta que él mismo se «desgeneralizó» (34) (31) H. Dane p. 105. Según otras versiones él había sido solamente un comisario de la justicia, originario de Greifwald y que había sido echado por defraudación y hasta en Costa Rica obtuvo un título de licenciado. (36) El había sido uno de los miembros más activos de la «asociación de colonización de Berlín para Centro América», junto con Alexander v. Bülow, Edward Delius de Bremen, y el ingeniero Franz Kurtze (37). Después de que su esposa lo había abandonado con el Dr. Bernhard tenía talvez la esperanza de poder olvidar mejor su matrimonio fracasado en Costa Rica. Con Bülow, de quien fué por un tiempó su secretario se desavino y siguió como abogado. Más tarde llegó a ser gobernador de la provincia de Guanacaste; inició una reforma de las leyes costarricenses de hipoteca y de quiebra, según las leyes prusianas. (38) Sobre él hay toda clase de diferentes opiniones, pero es injusto que lo describan la mayoría como una personalidad de influencias pero turbia. C. F. Reichardt describe la situación de Streber -a quien encontraba en Greytown- de una forma poco positiva, que por cierto podía haber sido influenciada por una antipatía personal. Reichardt fue pedido un día por un joven alemán, quien vivía ya mucho tiempo en Greytown, visitar al señor Streber. Ya que Streber en los informes de Berlín aparecía como propietario de un establecimiento en Granada, fue grande la sorpresa de Reichardt de encontrarlo en Greytown en condiciones lastimeras. «En el sucio ático de un mal hotel alemán, encontramos también» -así cuenta Reichardt- «a este primer emisario de la asociación de colonización de Berlín, junto a su hijo, ambos con fuerte fiebre, en realmente lamentables condiciones. Había abandonado Granada para esperar la ayuda de Bülow -quien estaba por llegar en Greytown-«. Streber maldecía, como informa Reichardt, a Bülow, aunque la culpa de su miseria era principalmente de él mismo. (39) En un informe del gobierno prusiano, se dice que Ferdinand Streber no tenía muy buena reputación. Charles N. Riotte, de procedencia alemana y más tarde Ministro Residente americano en Nicaragua, opina, que en toda su vida no había encontrado a otro hombre «tan capaz, pero también tan indigno». (40) (32) H. Dane p. 142, en especial nota 4. (33) W. F. Leopold p. 49, 55. (34) Wilh. Marr p. 241. (35) H. Dane p. 140, 142. (36) H. Done p. 143. En 1868 murió en Rivas el pintor Carl Luis Ferdinand Paul, originario de Backau cerca de Magdeburg; el cónsul de la Confederación Germánica del Norte Dr. Bernhard en San Miguel, El Salvador, envió en 1870 a su colega Paul Eisenstuck en Nicaragua documentos informándole que » (ilegible) Beese (talvez la viuda de-Paul con nombre de soltera Beese o su hija casada) y sus hijos eran los herederos legales de Paul». (43) Entre los alemanes que se quedaron en Nicaragua en estos tiempo se cuenta el hamburgués Woeniger sobre el cual varios viajeros de entonces nos informan porque tuvo un destino especialmente triste. El llegó a Nicaragua, como mucho, a travez de los Estados Unidos, donde se había aparentemente naturalizado. Cuando E. G. Squier encontró a Woeniger en ‘1849150, éste ya llevaba viviendo 12 o 14 años en el país, pues tiene que haber llegado por 1836. El Volcán Maderas, Para llegar a éste tesoro nicaragüense debes de tomar un Ferry en el Municipio de San Jorge, en el Departamento de Rivas, El ferry no te cuesta más de $3.00 US dollars. La Playa de Santo Domingo posee un Hotel en donde sus clientes son mayormente alemanes. Compró un terreno en la Isla de Ometepe, rozó y plantó con mucho éxito algodón de manera que pronto pudo importar toda clase de máquinas, desmotadoras y limpiadoras para su cosecha. «Debido a su carácter o por alguna condición especial «provocó el odio de los nativos. Froebel observó que esto se debió a la forma poco agradable de tratar a la gente. (44) Finalmente tuvo dificultades con sus trabajadores, de los cuales un día en su ausencia una horda de borrachos atacó su casa, violaron a su esposa, a una hija de un profesor de Pensilvania y destruyeron todo. (40) , H. Dane, p. 143. Squier alaba sus grandes conocimientos del país, su despierto interés y su colección arqueológica; lo señala como testigo de la existencia de ídolos en Ometepe y consiguió de él varios objetos que luego donó a la Smithsonian Institution (45) Aparentemente Woeniger regresó pronto a la Isla, donde encontró su destino. Froebel escribe que no se hubiera sorprendido si Woeniger apareciera asesinado algún día. Wilhelm Marr repite lo que Julius Bahlke le contó sobre el el triste final de Woeniger: Julius Bahlke mismo se había avecindado en 1849/50 a Woeniger en un esfuerzo de hacerse finquero. Bahlke se había empleado como administrador o socio de C…, procedente de la región del Harz, quien estaba casado o vivía con una mujerzuela de Granada y de quien Bahlke opinaba que era un carácter hermético y pérfido. C…. odiaba a Bahlke y éste no se podía librar de la idea de que tenía intenciones de atentar contra su vida. De manera que para Bahlke era un hecho, de que C…. tuvo la culpa de la muerte violenta de Woeniger, quien un día fue encontrado asesinado entre la Virgen y Rivas. La esposa de Woeniger y su hija de un año murieron poco tiempo antes en la ausencia de Woeniger de un terrible mal del estómago, mientras C…. se encontraba en la casa, ebrio y con fiebre. Esta experiencia horrible movió a Julius Bahlke a abandonar Ometepe definitivamente. (46) Visite El Parque Municipal de Rivas, Nicaragua, Un importante papel entre los primeros inmigrantes alemanes tiene Julius Bahike (48), del cual ya hemos hablado y a quien se dedicará un capítulo aparte. Al igual que a Heinrich Gottel se le puede contar entre las personalidades más destacadas entre los alemanes en Nicaragua. Ambos tenían un grán espíritu de pionero y a ambos Nicaragua tiene mucho que agradecer. Heinrich Gottel, durante su vida, fué probablemente el alemás más conocido en Nicaragua y por medio de su periódico »El Porvenir», también se hizo popular en toda América Central. El gran poeta Rubén Darío, también periodista, dice de él y de su sucesor Carnevalini: «Dos extranjeros de grata recordación contribuyeron a la cultura del país, impulsando y dando nueva vida al periodismo naciente: un alemán, Gottel y un italiano, Fabio Carnevalini». (49) Heinrich Gottel nació en Danzig en 1831 y en su juventud emigró a los Estados Unidos, donde estuvo 18 meses, para aprender inglés, y donde se naturalizó supuestamente. (50) Se quedó en Rivas, cuando venía de paso hacia California. En marzo de 1852 celebró un contrato con la «Compañía» (de Tránsito) en el que se obligaba a proporcionar caballos para el transporte de equipajes y viajeros. De esta forma los viajeros podían despachar su equipaje por 15 Centavos la libra, estando seguros de obtener caballos de silla. (51) Más, tarde Gottel se independizó con una empresa de transportes para pasajeros entre San Juan del Sur y La Virgen (Virgin Bay). En la guerra contra Walker en 1856 perdió todo, pero reorganizó su empresa mejor y más grande y en 1.861 estableció en la misma ruta un servicio de diligencias, el primer servicio de este tipo que hubo en Nicaragua. El 19-2-1861 se celebró un contrato entre el gobierno y la nueva empresa de Gottel sobre la reconstrucción de las viejas carreteras entre Granada y León. (52) Su socio fué primero E. Carazo, con quien en su «El Porvenir» anunciaba a precios favorables, «Reliable Transportation for Immigrants and their Freight from San Juan del Sur to Virgin Bay». (53) Desde 1868 fue su socio Pedro J. Ruiz Tejada, un General de origen colombiano, que había llegado a Nicaragua en 1851 y se había destacado en la guerra contra Walker. Después de la muerte de Gottel él siguió con el servicio de diligencias y murió en 1919 en Masaya, después de haber celebrado su 95 cumpleaños. (54) La «Compañía Gottel y Tejada, Empresa de Diligencias» manejaba más tarde todo el servicio de coches entre Granada y Chinandega. (55) Entre otras construyó el puente de San Felipe, que fué inaugurado con gran brillo el 25-12-1864; 4.000 personas estaban presentes y junto a la bandera de Nicaragua ondeaban las banderas de los Estados Unidos, Ing!aterra y varios Estados Alemanes. La «Gaceta de Nicaragua» publicó un largo artículo al respecto y un poema festivo enalteció el suceso. (56) En 1865 o 1866 Henry Gottel había fundado en Rivas un periódico imparcial con el nombre de «El Porvenir» aunque él nunca habló bien Español y mucho menos lo escribió. El mismo imprimía el periódico con maquinaria que había importado de Alemania. (57) (53) «El Porvenir- Nr. 3 del 12-11-1866 p. 4. (54) Emiliano Chamorro: Autobiografía, p. 129 en Rev. Cons. 10/Julio 1961. (55) H. Dane p. 127. (56) Franco Cerutti: Documentos para la historia de Nicaragua através de la versificación del siglo XIX (tomo II: Poemas ocasionales de distinta inspiración, Poemas de carácter cívico-político Nr. 139, Rev. Cons. 114/marzo 1970 p. 66. (57) E. Guzmán: Una tumba querida en: Biografía de Don H. Gottel, Managua, reimpresión de 1925, p. 15. El año de fundación de «El Porvenir- no se puede definir ocn exactitud. Montalván: Historia del Periodismo en Nicaragua, p. 14, señala 1866, mientras un contemporáneo Enrique Guzmán, habla de 1865. Nr. 3 del primer tomo apareció el 12-11-1866, de manera que lo más probable es 1866. (Franco Cerutti en Rev. Cons. Nr. 113/Febr. 1970, p. 21 nota 5).Gottel fundó más tarde una tinca a unas dos millas del Suroeste de Managua entre Sabanagrande y Nindirí en un lugar que entonces se llamaba «El Mojón» y después se le dió el nombre «Valle Gottel». Allí publicó su periódico, se dedicó a la agricultura y mantenía también un «Hotel del Valle Gottel». Como se ve en un aviso en «El Porvenir de Nicaragua» del 18-1-1874 se cobraba 30 centavos por la noche, un café 15 centavos y por un refresco 10 centavos. Por decreto del 26-3-1871 le fué entregado el terreno para practicar la agricultura y para poblarlo. (59) Su sueño de fundar una ciudad aquí, no logró realizarlo. Pero si Managua, después del terremoto del 23-12-1972, se extiende en esa dirección, como parece, se ofrecería la oportunidad de hacer honor póstumo a este gran pionero para el progreso del país nombrando ese barrio «El Valle Gottel». Gottel trasladó su imprenta a ese lugar y desde ahí producía el diario. Sin embargo parece dudoso lo que Gratus Halftermeyer y otros cuentan, de que él mismo, montado en un burro repartía su periódico en la ciudad, puesto que se trataba de un diario que gozaba de mucho renombre (58) El autor agradece la cordialidad del Dr. Felipe Rodríguez Serrano de haber permitido ver los viejos Nrs. de «El Porvenir». Sobre la Prensa en Nicaragua 1830-60 comparar: Catálogo de la exposición: 30 Años de Periodismo en Nicaragua 1830-60, Instituto Centroamericano de Historia, Universidad Centroamericana, publ. Mauricio Pallais Lacayo, sin año (1971)-1885/86 apareció otro periódico también llamado «El Porvenir», fundado por Jesús Hernández Somoza. Pero no tiene nada que ver con el periódico de Gottel. (59) Heliodoro Cuadra, 1939 ‘p. 209, 229. comparado con los diarios de Granada, León y Masaya y que circulaban en aquel tiempo. (60) En 1874 trasladó Gottel su imprenta a Managua. En la edición del 3-5-1874, año IX, se informó a la ciudadanía que aquel era el último número que se editaab en el Valle Gottel, ya que «graves inconvenientes que no hemos podido superar durante nuestra larga permanencia en este sitio» lo obligaban a abandonar el Valle Gottel. Se desconoce si el motivo por el cual Heinrich Gottel deseaba vender o arrendar su propiedad, lo que se anunciaba desde el 20-9-1874, era su condición de salud. Muy metido en política, Gottel tenía una enorme resonancia con su diario entre amigos y enemigos, tal y como aparece en un poema burlón que fue publicado en León el 6-9-1872. (61) El mismo no suprimió ningún artículo escrito en contra de él y de esa manera demostraba su concepto liberal. En el Valle Gottel construyó una pequeña capilla católica aunque no era católico sino masón, y muchas veces fue atacado por la iglesia; también fundó para los hijos de sus trabajadores una escuela elemental. Gottel fue nombrado Cónsul de Guatemala, lo que Gratus Halftermeyer con razón consideraba muy ventajoso para el país. Trajo de una estadía en Guatemala de casi un año, de donde regresó en Abril de 1874, copias de documentos del archivo nacional de Guatemala, que fueron para Nicaragua de un especial valor histórico. También había copiado actas que fueron de buen servicio para Nicaragua indicando los títulos de propiedad de bienes raíces. (62) Estos documentos más tarde sirvieron a Bancroff para su «Historia de América». Heinrich Gottel era músico y también escribió algunas composiciones propias. Murió el 1 1 de Enero de 1875 después de una larga enfermedad, pero la iglesia católica negó a este filántropo el entierro en el cementerio considerándole»» hereje Finalmente fue sepultado «extra-muros». Esto motivó que la colonia extranjera y algunos de sus amigos nicaragüenses bajo la dirección de Julius Bahlke, comprara el terreno al lado Norte del Cementerio de la Iglesia San Pedro, donde Gottel había encontrado su sepultura, para establecer ahí el «Cementerio de Extranjeros». (63) y (64). Este panteón sirvió hasta 1936 para el descanso de los restos de la mayor parte de los extranjeros, y aún se ven muchas inscripciones alemanas en las lápidas. Sus amigos erigieron ahí un monumento a Heinrich Gottel el 5-1-1883; una columna truncada sencilla sobre una base. Antes de 1928 la colonia alemana compró en el cementerio occidental un lote, que fue extendido por una donación de Friedrich Künneke Morris sirviendo entonces como cementerio alemán. Entre los muchos alemanes, a quienes Nicaragua aún les debe su agradecimiento, se cuentan Theodor Hocke y Julius Wiest. Ambos eran amigos desde la juventud, estudiaron juntos en Alemania y también se embarcaron juntos hacia los Estados Unidos como ingenieros civiles; ambos correspondieron al llamamiento del Presidente de Nicaragua Dr. Adán Cárdenas (1883-87) y efectuaron aquí muchos trabajos juntos. Ambos fallecieron uno tras otro dentro de poco tiempo. (65) Theodor Hocke es considerado á menudo como americano porque llegó a Nicaragua através de los Estados Unidos (Cleveland-Ohio) donde probablemente obtuvo la ciudadanía americana. Fue nombrado presidente de la asociación de ingenieros y constructores de la república. Participó decisivamente en la planificación y construcción del Ferrocarril del Pacífico, empresa de la cual fue dos veces gerente. Junto con él trabajó temporalmente W. Teller, según su apellido también de origen alemán. Theodor Hocke fue constructor del Palacio Nacional, que resistió los terremotos de 1931 y 1972, hizo muchas otras obras en Managua, así como la vieja cárcel (1889) el Cuartel Principal y la primera estación del ferrocarril (1884-86); ambos fueron destruídos por la explosión del cuartel en 1902. Para el nuevo edificio del hospital San Juan de Dios en Granada diseñó los planos sin costo alguno. (66) Julius Wiest, un ingeniero originario de Württemberg que llegó a Managua a fines del siglo pasado, instaló en el Sur de la ciudad un taller de mecánica, al que llamó «Sajonia», nombre que despusé se dió a todo el barrio; el taller fue más tarde dirigido por Karl Rivnac, procedente de Austria. Julius Wiest era un hombre interesado en todo progreso. Bajo la presidencia del General Zelaya fue nombrado Director del Taller Central. Cuando Zelaya, en el año 1895 celebró un contrato con la casa alemana Morris, Hayden & Co., en Managua sobre la construcción del tramo central del Ferrocarril del Pacífico de Managua hasta La Paz Vieja así como también el trecho entre Masaya y Carazo, Julius Wiest fue nombrado Jefe Constructor. Más tarde Wiest administró la empresa de ferrocarril. La casa Morris & Hayden había sido contratada también por el General Zavala para construir la parte entre La Paz Centro y León Viejo, trabajo que se terminó en 1883, y así también el trecho Managua-Masaya, que en 1883 ya había nivelado Friedrich Künneke Morris. (67) Sobre el proyecto de ferrocarril ya en 1883 Maximilian von Sonnenstern como Inspector de Obras Públicas había presentado un inforrme y con respecto al trazado de San Juan del Sur hasta Granada y Masaya se celebró un contrato entre el gobierno y Wilhelm Jericho el 31-10-1887. En el artículo 6 de este contrato él se obligaba al pago de una multa convencional de 50.000 Pesos (68) En este proyecto también tomaron parte los ingenieros Emil Müller y Dr. Bruno Mierisch. (69) Cuando se abrió el tramo del ferrocarril en 1903, llegó a su fin el tráfico de barcos por el lago de Managua a Momotombo. El trazado del ferrocarril entre Masaya y Diriamba/Carazo ofreció dos posibilidades diferentes; una de ellas a lo largo de la orilla de la linda laguna de Apoyo con sus preciosos paisajes, pero más cara en la construcción que el otro trecho por la llanura más monótona. El gobierno naturalmente se decidió por la solución más barata. Entonces Wiest y Friedrich Künneke Morris se decidieron a pagar la diferencia del precio de sus propios bolsillos para que los trenes recorrieran la parte más atractiva. Fue un regalo caro y nunca reconocido, lo que estos dos idealistas alemanes hicieron a Nicaragua. (70) En verdad Wiest y Künneke Morris perdieron una gran parte de su fortuna y la Morris Hayden & Co. hasta tuvo que liquidar. Solamente Rubén Darío perteneció a aquellos que supieron apreciar la belleza de la naturaleza del país que querían develizar los técnicos alemanes. Cuando viajó en 1907 por este tramo a lo largo de la laguna de Apoyo exclamó entusiasmado: «Esto es maravilloso, parace que estoy en Suiza» (71). Julius Wiest había comprado un lote en la laguna de Apoyo donde construyó una quinta en la parte más alta con la vista más hermosa a la cual llamó Saratoga, que suena muy bien a los oídos de todo patriota liberal, siendo el nombre un recuerdo de la batalla de Saratoga en la cual en 1777 el ejército revolucionario americano venció las tropas del rey británico bajo el comando del General Burgoyne. Wiest pensaba establecer ahí un Centro de Turismo y de Recuperación para que los ingenieros del ferrocarril encontraran tranquilidad y descanso de sus trabajos en la selva y que sirviera al público al finalizar los trabajos del ferrocarril. Esta idea de Wiest era sumamente progresista en una época cuando nadie pensaba en turismo. El fracaso del proyecto del «Ferrocarril del Atlántico» destruyó también este maravilloso plan (72). Wiest se destacó por sus nuevas ideas, las que siempre quiso realizar de inmediato. Así por ejemplo quiso introducir en Nicaragua la cría de gusanos de seda y plantó moras en el terreno que por él lleva el nombre «Sajonia». Los capullos de los gusanos de seda los trajo de Europa, pero el proyecto fracasó; las autoridades del Distrito Nacional, ejecutando obras de urbanización, derribaron los árboles sin consideración alguna. (73) Wiest, quien había sido nombrado en 1905 director de la «Empresa de Vapores del Lago y Río», que realizaba el tráfico de barcos por el lago de Nicaragua y que hasta entonces había pertenecido al Sr. Pellas, quien la había transferido al gobierno, más tarde también participó en el proyecto del «Ferrocarril del Atlántico» (1906), en el que trabajaba Th. E. Hocke y que debía ir desde Monkey Point (Punta Mico, entre San Juan del Norte y Bluefields), hasta San Miguelito a orillas del Lago de Nicaragua, en cierta distancia paralelo al Río San Juan. Wiest fungía como constructor de este proyecto. Sus colaboradores eran Ing. Emil Müller y desde 1907 el suizo Carl Bohnenblust. En el financiamiento participaban además del consorcio inglés Ethelburg & Co. numerosas personas alemanas ‘en Nicaragua, así por ejemplo Georg Heinsch, quien había prestado a la «Compañía Ltda. de Ferrocarriles y Vapores» casi dos mil dólares en oro para la compra de materiales. También la importante casa alemana Münkel, Müller & Co. en Monagua, León, Granada y Jinotega era acreedora de la Compañía. La construcción del Ferrocarril estaba en contra de determinados intereses americanos, los que todavía estaban interesados en el proyecto del Canal inconcluso del Río San Juan. El proyecto de ferrocarril, que fue apoyado por el presidente Zelaya, fue boicoteado por este grupo y después del derrocamiento de Zelaya por medio de la revolución del 10-10-1909, el proyecto se olvidó. Una pequeña descripción de Emil Müller (74) nos da una idea de la importancia de ese plan. El gobierno sucesor de Zelaya adquirió la compañía con el nombre «Compañía Ltda. de Ferrocarriles y Vapores de Nicaragua», solamente para liquidarla. Se produjeron largos pleitos contra el gobierno de parte de los perjudicados, entre ellos Heinsch, la casa Münkel Müller & Co. y el Ing. Bohnenblust, quien no había recibido ningún sueldo desde 1909 hasta 1911. El suizo-alemán Bohnenblust era según el derecho internacional «protegido alemán» ya que Suiza en aquel entonces no tenía ninguna representación propia en Nicaragua. En 1930 inauguró una fabricación de hojalata en Managua. Los trabajos comenzados por Wiest y sus colaboradores se suprimieron definitivamente y aún hoy se encuentran a lo largo de los tramos planeados en medio de la selva materiales de ferrocarril abandonados. (75) Con el motivo de la construcción del ferrocarril el Ing. Geyer había establecido una escuela para técnicos ferroviarios, en la cual fueron formados muchos mecánicos. Cuando se modernizó el «Ferrocarril del Pacífico de Nicaragua» y fue provisto de locomotoras Diesel de Alemania, llegó en 1955 a Nicaragua otro ingeniero alemán, el hamburgués Willi Busch que todavía tiene bajo su cargo el mantenimiento técnico de ese ferrocarril. Resulta, que en el desarrollo de las comunicaciones terrestres del país desde el comienzo participaban alemanes, comenzando con el servicio de mulas de Hermann Deutsch, las conexiones de diligencias de Heinrich Gottel hasta la construcción de ferrocarriles por Morris, Hocke, Wiest, Teller, Sonnenstern, Müller, Mierisch y otros (76). bajada de Alemania en Managua; Gratus Halftermeyer p. 148, 225. (76) Genaro Lugo: Industria, p. 22. Ya en 1832 el comerciante alemán C. R. F. Klee había propuesto al Senado de su ciudad natal Bremen su nombramiento como Cónsul General en Centro-América (1). La Ciudad Hanseática de Bremen no se daba cuenta de inmediato de la importancia de esta proposición. No fué sino hasta que Klee, por mediación de su tío hamburgués P. Schrader, se dirigió con las mismas sugerencias al Senado de Hamburgo, y que éste le nombró el 20-10-1841 Cónsul de Hamburgo para Centro-América. Entonces Bremen siguió, y solamente una semana más tarde, el 27-10-1841, recibió Klee su nombramiento como Cónsul de Bremen. Después de que también Lübeck se unió a este paso el 14-121842, Klee representó todas las tres Ciudades Hanseáticas en los Estados Centro-Americanos con sede en Guatemala. No se puede definir con exactitud la fecha en la cual Klee recibió el exequatur de Nicaragua. En 1844 fué nombrado Cónsul General con el derecho, previo permiso de los tres Senados, de nombrar vicecónsules en los principales lugares de las cinco repúblicas. Durante la ausencia de Klee lo representó más tarde Hermann Gaedechens, quien desde 1849 trabajaba en la casa Klee, Skinner & Co. El 26-5-1851 fué nombrado vicecónsul de Hamburgo y asumió en 1853, después de la muerte de Klee, su posición, primeramente como encargado interino. No completamente sin reservas, porque era muy joven, fué finalmente nombrado cónsul general, primero por Hamburgo (16-2-1855), luego también por Bremen y Lübeck (hasta 13-7-1868); pero este nombramiento era válido solamente para Guatemala y no para Nicaragua. Desde 1843 informaba Klee sobre los deseos de Nicarrjgua, de regular las relaciones con las Ciudades Hanseáaticas por medio de un tratado. El perspicaz Klee propuso que se extendiera ese tratado a la vez a todos los estados de la Federación Alemania pero no se llegó a ninguna realización entonces, porque Nicaragua tuvo que tomar consideración de sus hermanas repúblicas en vista de nuevos planes de reviivr la Federación Centro-Americana, y por lo tanto no podía entrar en discusiones sobre un tratado por separado. En 1845 Klee también fué nombrado Cónsul General Prusiano para Centro-América. Por este tiempo existía en Prusia cierto interés en afianzarse en Centroamérica. El envío de la comisión de Fellechner, Müller y Hesse por la iniciativa del príncipe Carl de Prusia en el año 1843 a la Mosquitia, así como las visitas de Alejandro von Bülow por solicitud de la sociedad de colonización de Berlín para CentroAmérica muestran el deseo, tanto gubernamental como privado, de dirigir las enormes cantidades de gente que deseaban emigrar de Alemania, a determinados destinos con el fin de que no se perdieran. Alejandro v. Bülow formuló bien la opinión que sin duda existía en ciertos círculos del gobierno cuando escribió: «No considero la emigración como un acontecimiento accidental, reconozco allí mayor importancia moral e histórica», más abajo: «dejamos salir a nuestros emigrantes, sin saber por qué y por eso les perderemos. Dejamos así a otra gente el verdadero provecho» (2). En Latinoamérica de entonces, no se podía pensar más en colonias en el sentido clásico de territorios dependientes de la madre patria, y también había pasado el tiempo para la fundación de un «Estado Alemán» allende del mar, como habían planeado algunos liberales germano-americanos en Texas o California en los años del siglo XIX (3), aunque el enviado prusiano en Londres, v. Bunsen jugaba todavía en 1843 con el plan de adquirir California, que entonces no pertenecía a los Estados Unidos, para fundar allá una colonia prusiana (4). Las ideas de William Walker, por fin, eran análogas. Pero en general los políticos se daban cuenta que los emigrantes representaban un potencial que no se debía dejar a intereses extranjeros a manera de «abono cultural» (Kulturdünger). Así se formaba la idea de buscar medidas que están entre estos dos extremos. Alejandro v. Bülow anotó que los ingleses y americanos hacían de la emigración y colonización una «industria», que naturalmente exijía primeramente inversiones de parte de la patria, pero que después, por medio del comercio, podrían dar buenos frutos. El previó que la posesión y administración de colonias, como las que tenían las potencias clásicas coloniales podrían traer a la larga solamente desventajas. Las ideas de una colonización en forma de «concesiones de extranjeros» que debían integrarse en los países recibidores tanto como fuera necesario, pero que debían quedar relacionadas a (a patria lo más posible, podían encontrar -como se supuso- en las poco pobladas y recién independizadas repúblicas centro-americanas con sus ideas liberales, talvez más comprensión que en otra parte. Por eso’el asesor jurídico Keber, en el deseo de asegurar a los emigrantes alemanes en los países. recibidores por lo menos ciertos derechos de autodeterminación como grupo, propuso dirigir la emigración con preferencia a América Latina, tomando en cuenta la enorme fuerza de asimilación de los Estados Unidos. De forma similar pensaban el economista W. Roscher, Julio Froebel y otros. (5) Muchos consideraban como indispensable la protección oficial de la patria en favor de los emigrados para que esta meta pudiera realizarse. Lo mismo tenía en mente el príncipe Carl de Prusia, y Friedrich List consideraba necesario celebrar un convenio intergubernamental para asegurar los derechos de los emigrantes. (6) De que los inmigrantes en Centroamérica podrían gozar de amplias concesiones, mostraba la pequeña colonia de Caristad cerca de Bluefields que tenía su propia milicia local, otros privilegios. (7) Si aún en las costas de la Mosquitia, que estaban entonces bajo la influencia inglesa, el interés en inmigrantes europeos era grande, mucho más había que esperar de las repúblicas latinoamericanas en este sentido. En efecto existían entonces posibilidades muy concretas de llegar a un convenio con Nicaragua sobre una colonización prusiana organizada que gozaría de tales privilegios. Esta tendencia se puede ver en el hecho de que el gobierno nicaragüense en 1846 abandonó el plan de prescribir por decreto que todos los inmigrantes, al entrar al país, deberían renunciar de su nacionalidad de inmediato; el desistir a tales regulaciones demostró todo el interés que tenía de fomentar la inmigración. Alejandro v. Bülow obtuvo el mérito de haber convencido al gobierno nicaragüense de esta política. (8) Además dice que en aquel entonces el ministro Francisco Castellón le había ase- , gurado varias veces durante su estadía en León en el mes de Enero de 1847, que Nicaragua aceptaría con mucho gusto «la protección del Rey de Prusia», siempre y cuando el estado prusiano se encargara bajo ciertas condiciones de la colonización del país y de la construcción del canal. Castellón ya había hecho similares propuestas en 1844 al rey francés Louis Philippe y más tarde al príncipe Louis Napoleón, sin haber obtenido éxito (9). El contrato que celebró con el americano Byron Cole en 1854, y en el cual después entró William Walker, estaba sobre la misma línea.(10) El que Castellón no haya hallado buena acogida con sus planes en Prusia, se debió seguramente a que Berlín estaba muy preocupado de no desavenirse con Inglaterra y los Estados Unidos. ‘ Finalmente se firmó el tratado el 26-7-1854 en forma de un convenio accesorio al tratado con Guatemala. La ratificó Bremen el 1-5-1855, Hamburgo el 30-5 y Lübceck el 4-7 del mismo año. Mientras tanto, sin embargo, había en Nicaragua nuevamente la guerra civil, y nadie pensaba más en una ratificación. Marcoleta, que se había especialmente esforzado en este asunto fué despedido. Cuando en 1860 fué nuevamente nombrado, esta vez en París, donde celebró un tratado con Francia, volvió de nuevo a su viejo proyecto con respecto a las Ciudades Hanseáticas. Esta vez, sin embargo, sus instrucciones alcanzaron únicamente para firmar un tratado con otros estados europeos, análogo a aquel celebrado con Francia. Esto no les gustaba a las hanseáticas que quisieron nada más que se ratificara el viejo texto por Nicaragua. Antes de que Marcoleta pudiera consultar con Managua, el parlamento se había ido de vacaciones. Mientras tanto el enviado nicaragüense en Washington también había estado activo en este mismo asunto; pero tampoco él pudo sincronizar a tiempo Managua y Marcoleta antes del fin del período legislativo. De manera que también esta vez las relaciones entre Nicaragua y las Ciudades Hanseáticas, así como las con Prusia quedaron sin convenio formal. Esto, sin embargo, influyó muy poco en el comercio y hasta se aumentó sin dificultad la red de cónsules honorarios alemanes en el país. En el mes de Agosto de 1850 Klee propuso como vicecónsul hanseático en San Juan del Norte (Greytown) al comerciante alemán André Louis Beschor, originario de Hanau. En vista de que este puerto había ganado mucha importancia desde que en 1850 el tráfico de tránsito de océano a océano había aumentado enormemente, Klee insistía en la instalación de un propio consulado allá. Entre los pasajeros que seguían en «la busca de oro» hacia California y que utilizaron este trayecto barato y sin peligro por Nicaragua, se encontraron tantos alemanes que un consulado parecía muy justificado. Hamburgo, pues, nombró a Beschor e! 29-1-1851 vicecónsul y el 10-3-1851 cónsul para toda la Mosquitia con sede en San Juan del Norte; Bremen (12-5-1851) y Lübeck siguieron. Pero Beschor murió el 85-1851, de manera que su nombramiento no llegó a tiempo. Entonces fué nombrado Henry Wiedemann 12-3/14-51852 por Hamburgo y Bremen. Wiedemann se mudó más tarde a California por lo que se transfirió su cargo en 1853 a Georg Philipp Beschor, probablemente un hijo de André Louis. El cambio de Wiedemann a California parece haber sido solamente temporal, ya que el enviado americano John Hill Wheeler lo menciona todavía en 1855 como cónsul hanseático en Greytown. Aparentemente se trasladó definitivamente hasta 1858. Cuando el puerto San Juan del Norte (Greytown) perdió en importancia, disminuyéndose el tránsito debido a la construcción del ferrocarril de Panamá, no se renovó el consulado hanseático. La fecha exacta de su fin no fue posible obtenerla. (13) Mientras tanto Prusia había dado un paso más adelante que las Ciudades Hanseáticas, en que nombró en 1851 al consejero en el ministerio de Hacienda, Franz Hugo Hesse, como Cónsul General prusiano con el rango diplomático de Encargado de Negocios para los cinco Estados Centro-Americanos y Nueva Granada (Colombia). En Berlín se consideró que en vista del rápido desarrollo en el istmo, donde los proyectos de una comunicación transoceánica o sea por ferrocarril o por un cantil, habían despertado el interés no solo de los especuladores de todos los países, sino también de las potencias políticas, no era suficiente tener un comerciante, como era Klee, de cónsul honorario. Klee, quien fué el primero en señalar las posibilidades de desarrollo en aquellas regiones entonces casi desconocidas en Alemania, fué ahora bajado al rango de un simple funcionario consular prusiano. En los ojos de la burocracia en Berlín había contra él el hecho de que había sido nombrado también cónsul de Hannover, qúe además estaba pendiente su nombramiento como cónsul de Austria y que por cierto tiempo hasta administró el consulado americano. No pareció favorable esas «funciones consulares múltiples». Además era copropietario de la casa medio inglesa »Klee, Skinner &o.» (Skinner era su suegro), de lo cual se temía una colisión de intereses. Hesse y Klee, desafortunadamente no se entendieron bien, a pesar de que Hesse necesitaba la cooperación de Klee y que éste, en forma leal, le concedía complacencias. Franz Hugo Hesse fué reconocido en Nicaragua el 11-8-1852 como Encargado de Negocios y Cónsul General de Prusia pero se quedó en este puesto únicamente hasta Abril de 1853. Regresó nuevamente en 1854, pero esta vez se radicó en Nueva Granada, donde también fué acreditado. En 1858 fué trasladado a Teherán como Ministro Residente y salió definitivamente de Latinoamérica. .(14) Siempre de nuevo se presentó el tema de estrechar las relaciones existentes por medio de un tratado, por ambos lados, pero no se realizaba porque siempre había algo que se imponía, ya fuese una revolución en Nicaragua o un nuevo titubear en Berlín. Prusia se mostró siempre muy preocupado de no enredarse en las intranquilidades centroamericanas y posiblemente arriesgar un conflicto con los Estados Unidos o Inglaterra, las cuales discutían en esta época por la predominación sobre las costas de la Mosquitia. El interés de Nicaragua en un tratado con Prusia y otros países europeos era tan grande precisamente por este mismo motivo, porque creía estableecr un contrapeso contra la creciente influencia superpotente de Inglaterra y América del Norte en esta región. Solamente cuando se celebró el tratado Bulwer-Clayton entre estas dos potencias (19-4-1850) pareció disminuirse este peligro. (15) Prusia siempre quería evitar ansiosamente de molestar los intereses ingleses en las costas centroamericanas del Atlántico y muchas veces sintió la sensibilidad inglesa en este punto. Ya Waldmann había mencionado en su petición a Federico el Grande, que únicamente con permiso y conformidad de parte de los ingleses podía seguir adelante en su afán de arraigarse en las costas de la Mosquitia (16). Cuando el Príncipe Carl de Prusia expuso sus planes de colonización en esta región, recibió de parte de las autoridades locales inglesas cierta animación; los proyectos del príncipe eran en primera línea humanitarias, aunque no perdieron de vista los principios nacionales. La comisión Fellechner, Hesse y Müller escribió en su informe de que el cónsul británico en Bluefields, Patrick Walker, les había asegurado varias veces que una sociedad alemana sería bienvenida y conseguiría sin restricción alguna tierras en la costa de la Mosquitia para «fundar una fuerte e independiente colonia» y que el gobierno inglés mismo, el cual nunca hubiera tenido objeciones algunas contra las concesiones otorgadas por el rey mosco, «veía con buenos ojos» que sus propios ciudadanos reisdentes allá ganaran vecinos civilizados y amigos» (17). Esta opinión era muy probablemente una interpretación personal del entonces cónsul Patrick Walker, mientras Londres pensaba evidentemente diferente. El primer ministro británico Aberdeen hizo saber al enviado prusiano v. Bunsen en Abril 1845 que el gobierno inglés no estaba de acuerdo con las intenciones del príncipe Carl. (18) Lord Aberdeen temía, no del todo sin fundamento, que el plan del Príncipe era de conseguir ciertos derechos soberanos para su colonia prusiana en la costa de la Mosquitia. El Príncipe mismo siempre había pensado en la necesidad de acercarse en lo general a Inglaterra, pero al mismo tiempo mantener en lo particular el control prusiano sobre sus colonos. (19) El 20-7-1848 también Lord Palmerston se expresó al cónsul británico en Bluefields, W. T. Christie, sucesor de Walker, en forma negativa a ciertas proposiciones de Alejandro von Bülow referente al otorgamiento de concesiones de tierras para una colonización prusiana entre Bluefields y Monkey Point, haciendo hincapié que por este medio se iban a conseguir derechos soberanos en una parte de la Mosquitia por el rey de Prusia. Christie mismo se quejó a Palmerston, de que Patrick Walker desgraciadamente hubiera otorgado muy grandes concesiones a los Prusianos en Caristadt, habiéndoles permitido elegir sus propios magistrados, lo que ahora ya no se podría anular. Por otra parte Palmerston dió instrucciones a Christie de que se les debería prestar todo apoyo a los misioneros alemanes. (20) Ellos, en realidad, utilizaron sus prerrogativas exclusivamente para su propio provecho y nunca para el bien de su patria o para el de sus compatriotas con quienes vivían. (2) A. ‘v. Bülow Die Republik Nikaraaua.. 1849 b/1964 p. II. (3) H. Schottelius, p. 89. Los mismos británicos residentes en la Mosquitia ya habían comprendido siempre que los intereses americanos e ingleses iban a chocar aquí, aparte de que Nicaragua también quería meter sus manos en el asunto. Si Patrick Walker insistía en una ampliación del elemento alemán en su área, era porque de esa manera podía reforzar su potencia militar; más tarde, en realidad, pudo hacer buen uso de la «Prusian Company» de Bluefields. Por ese motivo Patrick Walker se dirigió directamente por carta a la ciudad de Kónigsberg en Prusia para asegurarla que el gobierno de la Mosquitia daría toda clase de apoyo a los inmigrantes prusianos. Esto lo tomó a mal el precavido ministro del interior prusiano v. Bodelschwingh, por lo que le negó una condecoración que debía obtener por la gran ayuda prestada a los inmigrantes prusianos de la fragata «Frisch». Patrick Walker tuvo que contentarse con una carta de agradecimiento que la «Kónigsberg Ressource» una asociación caritativa, finalmente le escribió. (23) También el superintendente británico J. S. Bell se dirigió al enviado v. Bunsen referente a colonos alemanes. (24) Debido a la posición negativa de Londres no se llegó, sin embargo, a una más estrecha colaboración germano-británica en la Mosquitia. Aunque en Prusia en aquel entonces el problema de la emigración todavía existía, el interés público empezó a dirigirse más y más hacia otros asuntos. Las instrucciones que recibió Hesse requerían en primer lugar la colección de informaciones sobre las condiciones generales en estas tierras poco conocidas, y sobre las realidades económicas que podrían ser la base para un comercio futuro; en segundo lugar debía insistir en la preparación de un tratado de amistad y comercio. (25) Aunque el interés en un tal convenio era mutuo, no hizo progreso; en el año 1872 el el enviado nicaragüense en Washington, Emilio Benard discutió con el enviado alemán en aquella capital, Kurd v. Schlózer, sobre el proyecto de un tratado basado en los mismos términos como los que Nicaragua ya tenía fijado con los Estados Unidos e Inglaterra. Nicaragua deseaba entre otras cosas que el gobierno alemán se obligara a impedir cualquier actividad de filibusteros, y además que no hiciese responsable al gobierno nicaragüense por daños que resultaran de intranquilidades internas del país y que un alemán que se mezclara en los asuntos internos o que tomara el partido de la oposición del gobierno en una guerra civil, debería perder sus derechos de extranjero. (26) Hesse comenzó con el nombramiento de cónsules en los lugares más importantes para el comercio alemán, Chinandega, León y San Juan del Norte. En la costa del Pacífico, probablemente en Chinandega, nombró el 1-7-1854 al Dr. Med. Carl Bernhard como Agente Consular. Pero este se fué poco después a Amapala, San Miguel debido a intranquiildades políticas y también por motivos personales. Desde allí pidió en 1869 la extensión de su jurisdicción consular a Honduras y Nicaragua, lo que le fue concedido: fué nombrado Cónsul General para El Salvador, Honduras y Nicaragua y al mismo tiempo Hesse nombró al comerciante Paul Eisenstuck Cónsul honorario en Chinandega y León; recibió su exequatur el 7-5-1870. Gran reserva mostró Hesse con respecto al Reino de la Mosquitia, lo que él llamó un «payaso inglés». Al empezar su cargo, Hesse había recibido una carta credencial para el Rey de la Mosquitia, de la cual podía hacer uso o no según su propio criterio. La opinión clara que le había expresado Lord Palmerston, cuando pasaba por Londres en su viaje a Centroamérica, de que Gran Bretaña no veía con buenos ojos el que los prusianos se radicaran en grandes colonias allí, hizo a Hesse parecer más útil no presentar su carta credencial al rey y desistir de instalar un consulado en Bluefields la capital de la Mosquitia. Hesse insinuó solamente un consulado honorario prusiano en el puerto de San Juan del Norte, aconsejando a la vez que se suprima en esta oportunidad el nombre Greytown, que dieron los ingleses a este lugar. Propuso para este puesto en 1853/54 al comerciante Christian Konrad Wassmann, quien, sin embargo, no fue aceptado por Berlín. En 1869 el comerciante Louis Frommann de la casa Richter & Fromman aspiró a este cargo. Puesto que varias cámaras de comercio en Alemania, entre ellas las de Eckernfórde, Flensburg, Appenrade, Altona y Papenburg habían expresado que era «muy deseado un consulado en San Juan del Norte, donde mientras tanto el consulado hanseático había dejado de existir», Fromman fué nombrado al comienzo de 1870 cónsul de la Confederación Germánica del Norte en San Juan del Norte; recibió su exequatur el 25-2-1870. (27) El 15-3-1873 firmó Julius Wolff como encargado del consulado alemán en San Juan del Norte. (28) La unificación que los pequeños estados alemanes poco a poco lograron realizar, podía tener solamente efectos provechosos en cuanto a la solidaridad y a la conciencia cívica de los alemanes que vivían en el extranjero y quienes siempre se habían sentido mucho más unidos que sus compatriotas en los múltiples pequeños estados de los cuales se componía la vieja patria. De parte de los países recibidores, todos los alemanes sin diferencias de qué región habían emigrado, siempre habían sido considerados como alemanes sin distinguir prusianos, sajones, austríacos, hanseáticos, etc., y muchas veces sin considerar si se habían naturalizado o vivieron ya en la segunda o tercera generación en el país. Parece notable, que el jus solis, rigiendo en Nicaragua, en la opinión pública no tenía más influencia que el jus sanguinis alemán, puesto que los alemanes, aún nacidos en Nicaragua, en general fueron considerados como alemanes, y varios alemanes por otro lado olvidaron ya en la primera generación completamente su origen. Pero también hay ejemplos de lo contrario: cuando estalló la la guerra franco-alemana de 1870, el cónsul de la Confederación del Norte en Chinandega-León, Paul Eisenstuck, hizo circular una lista entre la colonia alemana para colectar donaciones. La firmaron muchos alemanes, entre ellos también los que mientras tanto se habían naturalizado. Desafortunadamente la lista ahora se encuentra bastante estropeada y en parte ilegible. Pero bajo el título «Sin ser ya más ciudadano alemán, pero con amor a la vieja patria» se subscribieron Maximilian von Sonnenstern, el conocido ingeniero civil del gobierno; Erich Schoensee de Prusia Oriental, y C. N. Riotte, entre tanto Ministro Residente Americano en Nicaragua junto con sus familiares Anna y Clara Riotte. Charles N. Riotte había emigrado en 1848 de Alemania por motivos políticos a los Estados Unidos y radicádose en Texas. En vista de que era decididamente en contra de la esclavitud, se trasladó a Nueva York poco antes de la guerra civil. Fué amigo personal del Presidente Lincoln, quien lo nombró en 1861 ministro en Costa Rica. (29) En 1869 fué Ministro Residente americano en Centro América y tenía un papel importante en las negociaciones con el gobierno nicaragüense sobre los reclamos de ciudadanos americanos contra Nicaragua. También negoció en 1870 un convenio sobre la extradición de criminales. Riotte era un hombre ampliamente interesado y entre otros coleccionó palabras de los indios Guétar en Costa Rica, las cuales – según informa Conzemius- fueron copiadas por Berendt. Riotte permaneció en Managua hasta 1873 (30). Hasta después de más de 5 años de la fundación del Imperio Alemán se envió a un diplomático de carrera, el cual fué Werner v. Bergen, nombrado Cónsul General y Encargado de Negocios imperial para Centroamérica con sede en Guatemala, el 15-4-1876. Desde el traslado de Franz Hugo Hesse en el año 1858 habían quedado en todo Centroamérica solamente cónsules honorarios alemanes; no es muy claro, en realidad, qué fué el status del Dr. Bernhard como cónsul general desde 1869/70 quien, de todas maneras no era un «diplomático de carrera» pero al final, aparentemente, un funcionario vitalicio del gobierno y no solamente honorario. Werner v. Bergen fué nombrado el 28-3-1883 Ministro Residente y en 1888/89 Enviado Extraordinario en Guatemala y Costa Rica; Nicaragua parece no haber participado al principio en este ascenso, de manera que quedó aquí solamente con su rango de Cónsul General y Encargado de Negocios. En aquel entonces había en Nicaragua, sin contar el consulado honorario en San Juan del Norte (Greytown) en la «Reservación de la Mosquitia», que hasta en 1894 fué completamente incorporada a Nicaragua, solamente un consulado alemán en Chinandega-León, que fué dirigido desde 1870 por Paul Eisenstuck y más tarde por su hermano Dr. Moritz Eisenstuck. Ambos estuvieron enredados en 1876 en el desafortunado caso «EisenstuckLeal» el cual por largo tiempo agravó las buenas relaciones entre Alemania y Nicaragua. La actividad diplomática de Werner von Bergen fué duramente atacada por este asunto, a pesar de que los Nicaragüenses reconocieron, que el nuevo Encargado de Negocios, apenas llegado, no pudo ser ambientado a las costumbres del país, contrario al Señor Eisenstuck que llevaba 20 años en Nicaragua, y que estas costumbres eran bastante diferentes de la rectitud alemana. A pesar de que el ministro de Relaciones Exteriores nicaragüense expuso esta misma idea en su carta del 11-7-1877 al Gobierno alemán (en esta época el ministro de Relaciones Exteriores del Imperio era al mismo tiempo el Canciller Bismarck), intentó a la vez desacreditar al diplomático alemán. (31) En realidad fué precisamente v. Bergen el que hasta el último momento intentó intervenir por iniciativa propia y responsabilidad, exponiéndose a los más injustos insultos de parte del Ministro Rivas. Cuán fuerte era la animosidad contra él, nos informa una noticia que escribió el político y periodista Enrique Guzmán el 6-1-1885 en su «Diario Intimo»: «El Sr. Angel Muttini, Encargado de la Legación Italiana, a quien hice una visita a las 2 de la tarde, me presentó al Sr. Werner v. Bergen, Encargado de Negocios del Imperio Alemán. No me figuraba a von Bergen tan joven. Al verle recuerdo involuntariamente las humillaciones porque hizo pasar a Nicaragua en 1877-78, y aunque la fisonomía del diplomático no es para mi antipática, siento por el altivo enemigo de mi patria, sin poderlo remediar, una especie de fría repulsión». (32) Werner v. Bergen fué relevado de su cargo el 1-4-1892 por propia voluntad y se nombró como sucesor a Otto Peyer, quien ocupó este puesto desde 1892 hasta 1895. En este tiempo hubo también un nuevo enturbiamiento en las relaciones entre Nicaragua y el Imperio Alemán porque este último no apoyó las ambiciones de Managua de obtener completa soberanía sobre la Costa de la Mosquitia, sino por el contrario, se puso de parte de los ingleses y norteamericanos. En un Laudo del Emperador Franz Josef de Austria del 2 de Julio de 1881 quedó estipulado, que los derechos de Nicaragua en la «Reserva de la Mosquitia» estaban limitados por la autodeterminación que se le había concedido a los Indios Moscos en artículo III del tratado de Managua entre Gran Bretaña y Nicaragua (ZeledónWyke) en 1860. Cuando el cónsul americano (Conde) von Braida el día 15-3-1894 a causa de las acciones armadas del General Rigoberto Cabezas en Bluefields puso un ultimatum al gobierno nicaragüense, lo hizo «a nombre del gobierno de los Estados Unidos y del Emperador de Alemania». Von Braida exigió que los destinos de la Reserva de la Mosquitia fuesen regidos por un consejo al que pertenecerían 3 norteamericanos, un inglés, un alemán, un criollo, un indio y dos nicaragüenses; el elemento alemán en aquel entonces en Bluefields parece haber sido suficientemente fuerte para motivar esta representación alemana en el consejo. (33) El intercambio de los instrumentos de ratificación se efectuó el 7-4-1897. (34) El Tratado se prolongó por diez años más el 19-4-1906 y se renovó después de la primera guerra mundial en el año 1924. Werner v. Bergen supo hacer olvidar por completo la animosidad que en contra de él se había formado a consecuencia del caso «Eisenstuck-Leal» durante su primer período. Esto se puede ver en la manera cordial con la cual fue recibido por las autoridades en una visita oficial en Nicaragua en 1896. El mismo informó al canciller, el príncipe Bismarck, al respecto: «Su Alteza me honro informar. respetuosamente sobre mi estadía en Nicaragua. Después de un pesado viaje llegué a Corinto el 23 de Enero con cuatro días de retraso, donde me esperaban el Vicepresidente de la República mismo, el ministro de Relaciones Exteriores y una delegación de la colonia alemana. A mi llegada la música militar tocó «Heil Dir im Siegerkranz», una guardia de honor presentó armas y las baterías de la infantería dispararon una salva de honor. El ministro me invitó en nombre del gobierno a un almuerzo. Después del mismo, un tren especial del Ferrocarril del Estado nos llevó a Momotombo. En el camino se presentaron en todas las estaciones las autoridades militares y civiles. En la ciudad de León habían preparado una gran recepción en la misma estación. La numerosa banda de música militar tocó primero el-himno nacional de Prusia y después —Die Wacht am Rhein». El jefe del partido actualmente en poder, presidente honorario de la Corte Suprema de Justicia, Sr. Baca 19 padre, me abrazó en presencia de toda la población, la cual me saludó con cortesia extraordinaria (35) El tratado de amistad de 1896 probó su utilidad en varias oportunidades, pues las relaciones entre el Imperio Alemán y Nicaragua se pueden caracterizar en aquellos años como especialmente buenas. Un convenio adicional entre ambos gobiernos del año 1906 sobre la interpretación del artículo 10 del tratado de amistad demuestra la gran complacencia de parte de los Nicaragüenses. El motivo para eso era el problema de la nacionalidad de algunos hijos de alemanes nacidos y residentes en Nicaragua antes de entrar en vigor el tratado de amistad y a los cuales el artículo 10, regulando cuestiones de nacionalidad, no era aplicable. Por el nuevo convenio de 1906, el gobierno nicaragüense aceptó que también para ellos la nacionalidad alemana exclusiva fuese reconocida. (36) En el año 1900 el consulado honorario en Managua que aparentemente se había instalado en 1893, fué transformado en un consulado de carrera, que también tenía bajosu jurisdicción El Salvador. (37) El cónsul Eduard Heinze, sin embargo, insistía en un traslado a San José, Costa Rica, que en 1903 se realizó. Heinze era, dicho sea de paso, un filatelista entusiasmado, quien en 1935 publicó un largo artículo en la revista ‘Die Postmarke» de Viena con el título «Die Poststempel auf den alten Ausgaben Nicaraguas (1862-1905)», (Los matasellos en las viejas ediciones de sellos de Nicaragua 1862-1905). Mientras tanto la jurisdicción del consulado en El Salvador fue cambiada por la de Costa Rica y desde Septiembre de 1903 se llamó el consulado: «Consulado Imperial Alemán para Costa Rica. y Nicaragua en San José». En Managua se quedó solamente un Vicecónsul honorario que más tarde fué elevado a Consulado bajo la dirección del comerciante Juan Haettasch y después (desde 1922) de Karl Uebersezig, Franz Bunge y Hugo Dankers respectivamente. También existía al mismo tiempo el Viceconsulado en león bajo Emil Floerke y periódicamente un consulado en San Juan del Norte y un Viceconsulado en Bluefields y en Corinto. Como secretarios en el consulado en Managua trabajaron Max Brciuniger (1900-1902), Gottfried von Mach, N. N. Mehnert, Hermann Schusseil (hasta 1905) y Eugene Lang. El Imperio Alemán a pesar de ser cada día más poderoso, siempre llegó demasiado tarde en todos los asuntos políticos y en consecuencia las grandes potencias, las cuales ya habían distribuido todas las riquezas del mundo entre ellas, le desconfiaban. Las intenciones alemanas, talvez sus ambiciones, de fortalecer las buenas relaciones con todos los países, provocó en seguida la envidia de los Estados Unidos de Norteamérica que creían tener derechos especiales sobre los países centroamericanos después de haber proclamado su doctrina Monroe. Cuando el emperador Guillermo II, al recibir la notificación de la transmisión de la presidencia al nuevo presidente de Nicaragua, Dr. Madriz, le envió el 26-4-1910 una nota de felicitación con un texto completamente protocolario, se levantó una campaña periodística en los Estados Unidos contra Alemania. La «carta del Emperador» con la acostumbrada fraseología de cortesía diplomática, usando términos como «Grande y Buen Amigo» o la fórmula de «alégrase de continuar con las excelentes relaciones…» etc. fué interpretada por los americanos como si el Imperio Alemán quería fijarse en Nicaragua de forma especial. La prensa americana pretendió que Alemania quería establecer una estación de carbón en una de las islas del Atlántico cerca de las costas de Niacragua. (38) Otros sucesos provocaron nuevamente la sospecha de los americanos: Los Estados Unidos, celosos de una Alemania fortalecida, recelaban la participación alemana en un proyecto que era perseguido por los presidentes de México y Nicaragua, Porfirio Díaz y José Santos Zelaya, y que estrecharía mucho el predominio americano en Centro-América. Esto fué una línea ferroviaria de la ciudad de México através de Centro-América. Además el diario «Berliner Tageblatt» había informado el 24-6-1914 de una oferta de Alemania a Nicaragua para financiar un nuevo canal interoceánico. Esta noticia fué desmentida inmediatamente por el gobierno imperial. Supuestamente el General Emiliano Chamorro, en aquel entonces enviado nicaragüense en Washington había hecho llegar al comité del Senado americano para relaciones exteriores una información correspondiente, en la cual se dejó sin especificar, si esa oferta venía de parte oficial o privada. También esta intriga (sirvió para despertar una animosidad contra Alemania en la víspera de la guerra de 1914. (39) Los Estados Unidos intentaban sofocar cualquier influencia extranjera desde un comienzo e hicieron a Zelaya contraproposiciones seductoras, pero él rehusó. El proyecto posiblemente con participación alemana, no llegó a realizarse, pero hay voces que dicen que desde este momento los americanos empezaron a agitarse para el derrocamiento de Zelaya. (40) Tal y como se dice en algunas fuentes nicaragüenses, el Emperador Guillermo II mandó en 1913 un emisario plenipotenciario a Managua para discutir en secreto con el presidente Adolfo Díaz sobre un convenio para la construcción de un canal interoceánico. (41) Aparentemente el presidente Díaz se acordó de la forma en la cual, en su tiempo, el General Zelaya desagradó al State Department, cuando quería negociar un tratado similar con Alemania y Japón (42), por lo cual, sin perder tiempo, informó al enviado americano Weitzel de la proposición alemana. Este-dato fue confirmado por el general Chamorro, quien declaró el 23 de Junio de 1914 ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado americano, que el Encargado de Negocios alemán en Guatemala había hecho una oferta al Gobierno nicaragüense bajo Adolfo Díaz para conseguir los derechos para la construcción de un canal interoceánico con condiciones favorables e incluso mejores de las que ofrecieron los Estados Unidos, y que el Gobierno Imperial hubiera utilizado en estas negociaciones las altas reclamaciones existentes de ciudadanos alemanes contra el Gobierno nicaragüense en forma de presión. (43) Carlos Cuadra Pasos (p. 144) cita en este contexto a Samuel Flagg Bemis en su «Diplomacia de Estados Unidos en América Latina»: «Después del fracaso de sus tratados financieros, el secretario Knox, alarmado por rumores de que Alemania se interesaba en el canal de Nicaragua, firmó otro tratado por el que Estados Unidos convenía en pagar a Nicaragua la suma de tres millones de dólares por el derecho exclusivo para construir un canal, establecer una base naval en el Golfo de Fonseca y un arrendamiento por un período de noventa y nueve años de las islas Cayo Grande y Cayo Chico en el Caribe, próximas a la entrada del canal por el Atiántico. Este tratado fue sometido al Senado de Estados Unidos demasiado tarde para que pudiera ser ratificado antes de la terminación del Gobierno Taft, pero el Presidente Wilson, recogió la idea, con algunas modificaciones, y la hizo aprobar». (Ver nota 41). Después de que el Presidente Zelaya, por medio de la revolución de 1909, la cual unió por cierto tiempo a los Liberales y los Conservadores en contra del dictador, se vió forzado a entregar -el 16-12-1909- al Dr. Madriz el poder, en el cual había estado por 16 años, surgió de nuevo el viejo odio entre los partidos, apenas que se hubo conseguido esta meta común, lo que hizo caer al país en una nueva guerra civil. En estos frecuentes cambios de presidentes, los gobiernos habían tomado varios préstamos internos y externos, lo que destruyó por completo las -finanzas estatales. Una nota circular, que el Ministro de Relaciones Exteriores de Nicaragua, Diego M. Chamorro envió a los diplomáticos acreditados en Managua el día 9-12-1911 comenzó de esta forma: «La grave situación en la que se encontraba el país como consecuencia de un prolongado período administrativo viciado de todo género de abusos que culminaron en el reparto ilegal de la riqueza pública, y en el aumento inmoderado de la deuda por reclamaciones y concesiones onerosas al país, algunas de ellos en manos de extranjeros; reagravada por otra parte esta situación por efectos de una larga y desastrosa guerra civil, impuso al Gobierno que surgió de la Revolución, el primordial y urgente deber de dedicar, desde un principio, su atención a la reorganización política y constitucional de la República y a la rehabilitación de su hacienda sobre seguras bases, llevando en mira la consolidación de su deuda, y la cancelación de sus obligaciones mediante un arreglo justo y equitativo de todas las cuestiones económicas pendientes». En consecuencia se suprimieron todas las concesiones que Zelaya, siempre un amigo de la iniciativa extranjera, les había otorgado, y se declararon inválidas las obligaciones contraídas por él y por el presidente Madriz. Después de que los Estados Unidos, cuya influencia sobre los destinos de Nicaragua bajo Díaz era completa, concedieron un crédito por medio de los banqueros Brown, Seligman & Co., por el que se daba como garantía el ferrocarril, los ingresos aduanales y otros, se formó una Comisión Mixta de Reclamaciones. Los alemanes que vivían en el país se dedicaban en su mayoría a sus negocios pacíficamente sin mezclarse en la política y sin tomar partido ni por uno, ni por otro lado. Hasta el mismo Heinrich Gottel, fuerte ideólogo había insistido en que su periódico «El Porvenir de Nicaragua» permaneciera imparcial. Solamente en muy pocos casos aparecen nombres de alemanes en conexión con discusiones o conflictos políticos internos, que muchas veces dividían hasta las familias y que llevaron el país a la destrucción. Así, por ejemplo, fué encarcelado Hermann Goodmann, nacido en Bavaria pero naturalizado americano, el 25-8-1885, junto con el granadino Miguel A. Alvarez, por haber criticado el gobierno del general Zavala. El cónsul americano Ran Runnels intervine en favor de ellos. (44) Enrique Guzmán menciona una vez en su «Diario Intimo» (2-5-1878) que en la casa del Sr. Maximilian v. Sonnenstern se debía reunir una asamblea compuesta por partidarios de Evaristo Carazo, a quien querían proclamar presidente de Nicaragua después de Pedro Joaquín Chamorro. El sucesor de Chamorro fué entonces Joaquín Zavala. En la guerra entre Nicaragua y Honduras de 1893/94 se menciona a un señor Kattengell como agente del presidente hondureño Vásquez; Kattengell era alemán. (45) Un papel bastante dudoso desempeñaba el ciudadano alemán Ricardo Süssmann durante las diferencias entre el Presidente Estrada y el General Mena (1911). Süsmann había recibido dinero de Mena después de haber ganado su confianza, pero luego fué un agente en su contra. (46) En esta virtud, provocó una situación que fácilmente pudo resultar desventajosa para toda la colonia alemana. Este caso lo describe Gratus Halftermeyer (47): En algún asunto de carácter legal el Juez de Distrito de León 1889 exhortó al juez de distrito de Managua que le tomara una declaración a Süssmann. Este, sin embargo desoyó la citación, puesto que él creía que sus privilegios consulares se lo permitían. Finalmente el juez lo hizo comparecer al Juzgado por medio de la policía, por lo que protestó el vice cónsul. El asunto llegó hasta el Presidente Zelaya, quien lo acusó de «soberbia injustificada». En forma salomónica, dió el Presidente al Vice-Cónsul dos alternativas, o podía quejarse ante su gobierno, pero le aclaró, que le anularía su Exequatur y lo expulsaría del país, o siguiera lo pedido por el juez. Süssmann cedió naturalmente. En 1909, se declaró Süssmann en contra del presidente Zelaya, por lo que obtuvo de parte del General Estrada el nombramiento de Cónsul de Nicaragua en New Orleans, donde era jefe de exportación de la casa Finlay-Dicks aún en el año 1926. El estaba, pues, de parte de los conservadores. Aparentemente muy diestro en el contrabando de armas, en 1910 apoyó a Chamorro y Adolfo Díaz por medio de envíos secretos de armas, en un intento de derrocar al presidente José Madriz. Los envíos estaban dirigidos al comerciante Josef W. Beer en Bluefields. (48) Con todo y todo ofreció en 1925 sus servicios a los liberales, cuando éstos bajo la dirección de Luis Mena Solórzano formaron un «Comité Constitucionalista» en Diciembre 1925 en New Orleans después del golpe de estado del General Emiliano Chamorro, con el objeto de derrocar a Chamorro y llevar tropas a Bluefields. Los partidarios de este movimiento hicieron que el General Luis Mena Solórzano aceptara el consulado general del gobierno legal en New Orleans, mientras en Nicaragua Paulino Moreira estaba previsto para ese cargo. Mientras el General Mena se encontraba en las oficinas del consulado general, lo buscó Süssman, se sentó abusivamente al escritorio y dijo, que como amigo del Ing. Rodríguez venía a inspeccionar la oficina y preguntar cómo van las cosas. El General Mena lo sacó inmediatamente. Pero Rodríguez lo tomó bajo su protección, añadiendo, que Süssrnann conocidamente era un simpatizante de la revolución y que tenía muy buenas conexiones en New Orleans. Mena desconfiaba de Süssman, de manera que se las ingenió para introducir a un hombre en la oficina de aquel para buscar entre sus papeles, de donde salieron documentos los cuales probaron sus conexiones estrechas con los conservadores. Mena hizo que el barco que llevaba las armas y la gente a Bluefields se detuviera y al mismo tiempo informó a sus amigos sobre el doble papel que jugaba Süssmann. A pesar de todo ésto, Rodríguez aún lo defendió, de manera que Mena cedió y el barco partió esa misma noche. Cuando llegó a Bluefields y se hizo la señal acordada se aclaró, aue había sido traicionado y caído en una trampa. El General Horacio Zelaya que comandaba las fuerzas (hijo del presidente José Santos Zelaya), pudo salvarse en el último minuto del asalto. Sin duda alguna, la acción había sido traicionada por Süssmann. (49) A pesar de que los alemanes en Nicaragua se mantenían normalmente fuera de la política y se dedicaban únicamente a sus labores, eran molestados frecuentemente por los dos partidos que guerreaban y en especial los de la capital. Las oficinas consulares y diplomáticas alemanas durante aquellos años de inquietudes estaban ocupadas en hacer valer las reclamaciones de ciudadanos alemanes, ya que las deudas estatales eran muchas veces más altas que los medios existentes, y se veía la tendencia de satisfacer preferentemente a acreedores americanos y amigos del partido. Las viejas actas del consulado alemán en Managua – desafortunadamente no conservadas completas- nos dan a conocer que además de algunas muy altas reclamaciones habían muchas otras pequeñas que muestran, cuánto sufrieron bajo las condiciones inseguras del país, los alemanes (imparciales) no involucrados. Pablo E. Schubert hizo por ejemplo valer sus reclamos por valor de 41.750 Córdobas (50); también la firma E. Dorn & Co. tenía grandes reclamos. Carl Belanger en la libertad, Chontales, Adolf Kaufmann en Nandaime, Granada, y Santa Teresa, Jinotepe, respectivamente, Deogracias Gross y muchos otros tenían que reclamar los daños sufridos por la guerra, confiscamientos o requisiciones de animales. (51) Julius Wiest, George Heinsch y Karl Bohnenblust, constructores e ingenieros del proyecto del ferrocarril del Atlántico tenían grandes sumas pendientes por trabajos efectuados, envío de materiales y salarios, y en especial Wiest que había sido arrendatario del ferrocarril. La firma Münkel & Müller había adelantado grandes cantidades para el mismo propósito. El General Emiliano Chamorro, el 23-6-1914, dió una declaración ante el Senado de USA sobre la situación de Nicaragua -él era entonces enviado en Washington- en la cual entre otros señaló los reclamos de J. Wiest de 176.000 dólares y los reclamos de ciudadanos alemanes contra el gobierno nicaragüense en total 375.000 dólares. (52) El gobierno nicaragüense intentaba a como fuese posible desligarse de sus obligaciones, e hizo uso de toda clase de actos jurídicos formales, exigía siempre nuevas solicitudes e insistía por ejemplo que los reclamos fuesen presentados por medio del Cónsul Honorario Alemán y no de la representación diplomática, que tenía su sede en Guatemala. Hubo necesidad de pasos diplomáticos enérgicos y por último referirse al tratado de amistad, para lograr el éxito. El gobierno imperial había decidido no reconocer la comisión mixta (53), pensando que las muchas pequeñas reclamaciones de los ciudadanos alemanes allá no se satisficieron. Prefirió arreglar el asunto en forma bilateral. Los nicaragüenses sintieron como fuerte presión el hecho que el gobierno imperial insistiera enérgicamente en la satisfacción de los reclamos de sus ciudadanos. El General Chamorro declaró: «Muchos esfuerzos hemos hecho con Alemania para obtener un arreglo de espera, para saber el resultado de la convención». (54) Pero que el gobierno imperial tuvo poco éxito, se ve claramente, puesto que los trámites que por último también se gestionaron con el gobierno americano en Washington se prolongaron hasta el año 1917 y que debido a la entrara a la guerra de USA (6-4-1917) y Nicaragua se probaron inválidos. Por último, se trataba del problema que el Gobierno de Nicaragua no quiso pagar los bonos estatales que se habían repartido para indemnización. Muchas veces unos poderosos financistas y hombres de negocios compraron estos bonos por poco dinero, a veces por el 30 y hasta el 50% de su valor, y de esa manera quitaban a la pequeña gente alemana sus ahorros. Al respecto se quejó por ejemplo Karl Belanger en La Libertad, Chontales de forma amargada en una carta de 8-61916 dirigida al Cónsul Alemán. Según una lista, seguramente no completa (55) del 20-6 1916 existían las siguientes demandas de alemanes al gobierno nicaragüense: (56) Maxim Meyer-Juan Hcttasch 60.000 Córdobas; Julius Wiest 180.000 Córdobas; Münkel & Müller 40.000 Córdobas; Francisco Brockmann & Co. 30.000 Córdobas; Eugenio Lang 10.000 Córdobas; Georg Heinsch 12.000 Córdobas; Mayr & Bósche, Matagalpa 15.000 Córdobas; y además muchos otros pequeños reclamos no especificados. El que los alemanes no padecieran más, después de que Nicaragua había cedido a la presión de los Estados Unidos de Norteamérica y roto las relaciones diplomáticas con Alemania (nota verbal de la embajada española en Berlín al Ministerio de Relaciones Exteriores del 15-9-1917, por medio de la cual se informaba de una nota del gobierno nicaragüense del 21-5-1917), se debe a la forma justa de pensar del presidente Emiliano Chamorro, el cual escribió en su Autobiogarfía sobre el período de la primera guerra mundial lo siguiente: (57) «Cabe aquí recordar que durante mi período presidencial la Primera Guerra Mundial estaba en su apogeo en Europa y que los Estados Unidos se encontraban haciendo grandes preparativos para su propia intervención en el conflicto. Naturalmente, Nicaragua entera era amiga y simpatizadora de los Estados Unidos, como lo ha sido después y lo seguirá siendo siempre, pero de vez en cuando surgían ciertas profundas diferencias por el modo de juzgar algunas cuestiones que se le presentaban al. Gobierno. Por ejemplo, aunque todo el Gabinete de mi Gobierno simpatizaba con los Estados Unidos, no creían algunos de sus miembros que fuera necesaria la declaratoria de guerra a Alemania. Cuando se reunió el Gabinete para tratar de ese asunto encontré la oposición de dos de sus miembros, personas muy estimadas por mí, los señores don Rafael Cabrera y don Eduardo Lacayo, quienes no estaban de acuerdo con la declaratoria de guerra por lo que prefirieron retirarse del Gabinete, sin dejar por eso de ser amigos de mi Administración. En esas reuniones me pedían esos señores que les diera razones que justificaran nuestra declaratoria de guerra y yo les decía: «Si no hubieran otras creo que estar los Estados Unidos en América y Alemania en Europa es razón suficiente. Más si ustedes me ponen a Alemania en América con los principios democráticos de los Estados Unidos y a éstos en Europa con los principios teutónicos, entonces el casó sería diferente». (23) H. Schottelius, p. 63. «Por otra parte, yo mismo me vi después en dificultades cuando el Gobierno Americano dispuso el embargo de los bienes de los alemanes y sus aliados en estos países. Desde el año de 1885 yo conocía varias casas alemanas dedicadas a actividades comerciales e industriales en el país. Cuando yo las conocí ya tenían muchos años de establecidas, y como algunas de ellas quedaban frente a la casa de mi padre, me relacioné mucho con ellas y así pude observar sus simpatías por las gentes del país y las inclinaciones de sus varones a contraer matrimonio con señoritas nicaragüenses, lo que hacía que nosotros los viéramos también con simpatía. Además, por su dedicación al trabajo y sus contactos con la sociedad del país eran para mí gentes insospechables que pudieran tener contactos con su país de origen en contra de nuestra América. Por eso creí que despojar a aquellos hombres y familias que por muchos años había visto luchar para amasar una pequeña fortuna, me parecía algo inusitado e impropio, por lo que siempre le puse evasivas al Encargado de Negocios de los Estados Unidos ante mi Gobierno. «Considero que tal actitud fue mal interpretada por el Gobierno Americano. «Ahora, con más experiencia de los hombres y de la política, y de lo que son los intereses de país a país, he llegado a comprender, que hasta cierto punto tenían razón los Estados Unidos al estarme pidiendo la declaratoria de guerra, -a la que no puse objeción alguna, procediendo a hacerlas- como tampoco habría puesto ninguna objeción al envío de elemento humano a los campos de entranamiento militar para que después fueran a figurar también, al lado de las tropas norteamericanas en los campos de Europa, pero eso de despojar a ciudadanos pacíficos de sus bienes aún me parece algo insólito». «Por el Decreto Legislativo de 18 de Mayo de 1917 se facultó al Poder Ejecutivo para conceder al Gobierno de los Estados Unidos «el uso de los puertos, aguas territoriales, vías de comunicación y toda otra facilidad análoga» que fuera necesaria durante el conflicto. También se declaró que los ciudadanos alemanes residentes en el país podrían continuar en él sin ser molestados en manera alguna, sujetos a la observancia y respeto de las leyes y autoridades de la República». Poco tiempo después del fin de la primera guerra mundial se restablecieron las buenas relaciones entre Nicaragua y Alemania. El viejo tratado de amistad fué nuevamente prolongado con fecha del 12-9-1924 (RGB1-II-1924 p. 371) y el comercio comenzó de nuevo a desarrollarse como antes. Naturalmente los alemanes en Nicaragua al igual que todos los otros extranjeros continuaban sufriendo bajo las inquieludes políticas del país, puesto que durante las continuas guerras civiles ningún partido respetaba los derechos extranjeros. En la guerra civil de 1926/27 Chinandega, por ejemplo, fue escenario de luchas. Alberto Vogl quien, en este tiempo fué gerente de un aserradero allá, relató al respecto lo siguiente: «El 9 de Febrero, primer día después de la toma de la ciudad de Chinandega por tropas del gobierno, estos penetraron en mi casa particular, robaron todo y destruyeron parte de mis muebles. Mis protestas fueron contestadas con balas y tuve que ver como me saquearon sin clemencia». En 1936 hizo una visita oficial al puerto de Corinto el crucero »Emden’. Este gesto de amistad fue recibido con alegría en todas partes lo que ayudó en mucho a olvidar los recuerdos de las demostraciones de buques de guerra alemanes en 1876. Cuando estalló la segunda guerra mundial, Nicaragua estaba entre los primeros países que cedieron gustosamente a la presión masiva norteamericana y declaró la guerra el 7-12-1941 a las potencias del eje. Una propaganda bien planeada había preparado este paso contra Alemania, encabezada por el periodista Gabry Rivas de «La Nueva Prensa» y por el representante de la United Press en Nicaragua, Carlos Hinckel. En su «145 Años de Historia Política» (p. 124) Alejandro Cole Chamorro muestra claramente los métodos con los cuales los Estados Unidos soliviantaron el público contra Alemania: «Nuestras aguas estaban constantemente amenazados por submarinos alemanes y se multiplicaba la infiltración nazi en Nicaragua», escribe Cole, repitiendo una mentira aburrida, pero muy comón. Hasta qué medios de propaganda bélica fueron los que se usaron, se demuestra en el caso de un joven empleado de la firma Hugo Dankers, Claus Rübke, quien se había comprometido con una joven nicaragüense de buena familia, Carmen Robleto, pero anulado el compromiso por motivos completamente personales, lo que no es en Europa un caso raro, pero en Latinoamérica se considera como un perjuicio serio hacia la muchacha. La familia ofendida llevó este asunto al público, lo que no fue muy difícil, porque el padre Hernán Robleto era el dueño del periódico «Flecha». El asunto fue sumamente al gusto de los círculos antialemanes -se escribió en Julio de 1939- que hicieron aparecer el caso como una »discriminación racial de parte del alemán». Algunos medios de información, entre ellos «La Nueva Prensa», afirmaron que el gobierno alemán había prohibido al joven Rübke con una muchacha «de raza inferior», lo que a raíz dei gran número de matrimonios de Alemanes y Nicaragüenses en Managua, era una evidente falsedad. Afortunadamente no se unieron todos los diarios a esa instigación, por ejemplo «La Noticia». Se organizaron demostraciones estudiantiles y obligaron a cerrar los negocios alemanes. Y aunque la policía entró en acción, se temía lo peor. Tan absurda era la afirmación y tanto aseguraba Rübke de que el compromiso se disolvió por puros motivos personales y que ni el cónsul alemán, que era al mismo tiempo su jefe, ni el gobierno habían influído en esto, cuanto menos se dejaba calmar el público excitado. Hasta que la prudente acción del representante del consulado Erich Puschendorf, quien se enfrentó a los estudiantes para una discusión, y la actuación de la colonia alemana, que exigió a Rübke que abandonara inmediatamente el país, se calmaron los ánimos. Rübke murió como soldado en el frente en 1941. (61) En el día de la declaración de guerra por Nicaragua el 7-12-1941 fueron decomisadas todas las pertenencias de los ciudadanos alemanes; su valor era de varios millones de dólares. Todos los hombres alemanes, con algunas excepciones especiales, fueron sacados de sus casas por la noche y encerrados o en la tristemente célebre cárcel «El Hormiguero», o en la confiscada «Quinta Eitzen» (hoy villa Luis Somoza) bajo las condiciones más humillantes. Tratados como criminales y no como detenidos civiles, lo que en realidad eran, fueron alojados en un apartadizo abierto sin ningún mueble. Ni siquiera para la Navidad les fue permitido ver a sus sus esposas. El Cónsul Dankers pudo conseguirles solamente algunas facilidades y más tarde fueron permitidos de ver a sus familiares una hora diaria. De los encarcelamientos, que se realizaron a base de listas americanas, no se salvaron ni la gente vieja, ni tampoco los nacidos en el país, siempre y cuando tuvieran propiedades. De esta forma se había arrestado a más de cien hombres alemanes, de los cuales la mayoría fue embarcada hacia San Francisco a mediados de mayo 1942 y después a un campo de concentración en Texas o a otros- lugares. (59) Actas del Consulado Alemán, ahora en la Embajada Alemana. (60) Gratus Halftermeyer (p. 110). (61) Actas del Consulado Alemán, ahora en la Embajada Alemana. Otros alemanes fueron transportados en otoño de 1942 y en 1943. Algunas valientes esposas nicaragüenses acompañaron a sus maridos en la deportación, así por ejemplo Anita de Geyer la cual en una amplia correspondencia por más de un mes, trató solamente de conseguirse una pequeña suma de dinero para obtener vestimenta de invierno y lo que da una prueba tristísima de la forma en que se trató a los Alemanes en Nicaragua. (62) En los campos de concentracíón se encontraban los alemanes de Nicaragua con los que habían traído de Guatemala y El Salvador. Después de cierto tiempo la mayoría de los prisioneros fueron intercambiados por mediación de la Cruz Roja Internacional hacia Alemania. En agosto 1942 en corto tiempo fueron expulsadas 15 mujeres alemanes y 27 niños en las condiciones más vulgares. Fueron enviadas a,Cabo Gracias a Dios, amontonadas en un vapor bananero, el cual tuvieron que abandonar nuevamente, porque el capitán se negaba a llevarlos. Tuvieron que esperar una semana en condiciones lastimosas, hasta que otro barco los llevó en un viaje de nueve días a Nueva Orleans. Las mujeres y niños no podían salir a tomar aire, lo que ocasionó numerosas enfermedades en los niños. El capitán, sin embargo, quien había seguido la orden americana a regañadientes, intentaba aliviar en lo posible la suerte de estos desdichados. El recibimiento por las autoridades americanas en Nueva Orleans fue bochornoso. El grupo fue entonces llevado a Seagoville, Texas e internado en una prisión para mujeres, donde el tratamiento era un poco más soportable, gracias a la intervención de la potencia protectora de Suiza. Más tarde también se llevaron los hombres a Seagoville y a fines de febrero de 1944 se intercambiaron aproximadamente 1,400 internados de diferentes países con internados civiles americanos, en el barco Hospital «Gripsholm». «La actitud del Gral. Somoza García agradó sobremanera al Departamento de Estado de los Estados Unidos». Es la declaración lacónica, que da para este procedimiento Alejandro Cole Chamorro. (63) Mano a mano con la deportación funcionó el decomiso del total de las propiedades alemanas. Debido a diferentes decretos (64) fueron liquidados los negocios de comerciantes alemanes por medio del Banco Nacional de Nicaragua, y la mayoría de las pequeñas cantidades obtenidas fueron puestas con el 6% de interés en «Bonos Pro Defensa Patria». Después de la guerra fueron pagados en su mayoría a los interesados con el 60% del valor nominal. De forma menos correcta se efectuó la liquidación de las amplias posesiones alemanas de casas y terrenos. En esos casos ni siquiera se observaron las disposiciones legales sobre el confiscamiento de las propiedades enemigas. Muchas haciendas y fincas fueron subastadas por precios de regalía, sobre todo las que estaban en las cercanías de Managua, en lo que muy a menudo muchas personas «con relaciones» obtenían su propósito. En un caso la Guardia Nacional impidió la entrada de otros interesados en la subasta, de manera que solamente una oferta se escuchó. El más claro ejemplo de la falta de respeto a los derechos y a la ley fue el despilfarro de las grandes posesiones de Edgar Bahlke y su firma, Sucesores de Julio C. Bahlke». Entre ellas pertenecía la hacienda «El Retiro», hoy en día en el centro de Managua, así como también grandes terrenos en la ciudad (Calle del Cementerio) y algunas de las mejores fincas de café en las sierras de Managua, por ejemplo la gran hacienda «Alemania», cuyo nombre fue cambiado a «Santa Julia». El Sr. Bahlke desafortunadamente tenía sobre su valiosa propiedad una pequeña hipoteca dei Banco de Londres. El Banco estaba de acuerdo en cancelar la hipoteca por el pago de 40.000 dólares. Cuando su cheque extendido por la firma Nottebohn Hnos. fue presentado en Nueva York, ya se había puesto a esta firma en la «Lista Negra», lo que permitió al banco apoderarse de toda la propiedad, que era mucho más valiosa, que la mencionada suma, de manera que fue subastada, por este valor mínimo. También en algunos otros casos se despilfarraron las fincas; por ejemplo, una finca que producía una ganancia de 5,000 dólares anuales fue subastada por 100 dólares. El estado de guerra entre Alemania y Nicaragua se finalizó por medio de un intercambio de Notas entre los Encargados de Negocios de ambos países en París el 12-3/ 10-4-1952 y el primer Enviado alemán despusé de la guerra, Dr. Engen Klee, quien tenía su sede en El Salvador, presentó sus credenciales en Managua el 21-1-1953. En Agosto 1954 se abrió una oficina en Managua de la legación de San Salvador y se envió el 24-1-1955 como Encargado de Negocios interino a Georg Korth a Managua. El 1-4-1955 fue nombrado Encargado de Negocios, y el -22-6-1959 se estableció una Legación propia en Managua. El 26-5-1960 se elevó la Legación alemana al rango de Embajada. El Prof. Dr. Weiner Peiser fue el primer Embajador. El 8 de Abril de 1965 se firmó un tratado sobre Asistencia técnica «entre el Gobierno de la República Federal de Alemania y el Gobierno de Nicaragua a base de las existentes relaciones amistosas entre ambos países y en el firme deseo de profundizar estas relaciones y en vista a sus intereses comunes en el cuidado y el fomento del desarrollo técnico y económico de sus países.’ y en reconocimiento de las ventajas que nacerían de un trabajo técnico en conjunto para ambos estados», este tratado global sirvió para diferentes otros tratados particulares. El 9-10-1968 firmó el secretario del Estado en el Ministerio de Relaciones Exteriores Rolf Lahr un tratado sobre ayuda de capital, que preveía un crédito de 10 Millones DM para el fomento de las pequeñas y medianas industrias. Otras. ayudas de capital concedió el Gobierno Alemán por medio de tratados del 3-3-1972 y del 15-6-1973 |
CRONOLOGíA
HISTORIA
MUSEO DEL CAFE
MUSEO DE INMIGRANTES ALEMANES
MUSEO DE CARLOS FONSECA AMADOR
MUSEO CASA DE RUBEN DARIO
ESPERANZA VERDE
TERRABONA
SEBACO
SAN ISIDRO
SITIO ARQUEOLóGICO CHAGUITILLO
CAPILLA DE SAN NICOLAS SELVA NEGRA
PICTORICO DE SELVA NEGRA
SELVA NEGRA
ECO-TOUR MATAGALPA
TOUR VARIOS DE MATAGALPA
ZOOLóGICO PARQUE LOS MONOS
BIOGRAFIAS MATAGALPINAS
GALERIA DE ALCALDES DE MATAGALPA
CATEDRAL SAN PEDRO,
MATAGALPA INDIGENA
MATAGALPA INDIGENA (TIERRAS)
MATAGALPA COLONIAL
TERROCARRIL DE MATAGALPA
HISTORIA DE INMIGRANTES ALEMANES
LEYENDA DE LA PRINCESA OYANKA
LEYENDA DEL PRINCIPE YARAGUE
LEYENDA DE LA MUJER SERPIENTE
LEYENDA DE LA PIEDRA DE GOYA
ESTADISTICAS VOTO MUNICIPAL
INDEX DE MATAGALPA
INDEX WWW.MANFUT.ORG